Para transformar una crisis en oportunidad y potencializar tu poder personal, es importante comenzar a comprenderla desde la función que tiene en tu evolución. Digamos que una crisis es una necesidad imperiosa de realizar una acción, un cambio. Imagina que estás a punto de comprar o pagar algo que deseas o se necesita.
Supongamos que se está viviendo una crisis de transición del ciclo vital en la familia. A veces esta experiencia puede causar una crisis repentina e inesperada causando vulnerabilidad y shock, creando la percepción de desprotección o dependencia. Son momentos difíciles e incómodos pues hay varias personas a quienes la decisión afectará, incluido tú mismo. Es natural temer las reacciones que puedan surgir a partir de tus elecciones.
Toma en cuenta que una crisis también es una oportunidad de crecimiento y transformación, pues requiere realizar acciones decisivas que a veces cambian el curso de la vida. Antes de elegir es importante tomarse un tiempo para preguntarte y responder: ¿de dónde vengo?, ¿a dónde voy?, ¿qué pasó?, ¿con quién cuento?, ¿con qué cuento? ¿qué me falta?, ¿cuál es mi objetivo? ¿qué pienso?, ¿qué siento?, ¿qué hago?, ¿qué digo?, etc. Es fundamental evaluar los pros y contras que te permitan elegir la alternativa adecuada para ti, además a veces hay que lograr acuerdos en compromiso con terceros.
Como hemos dicho, las crisis también son una oportunidad de evolucionar y resurgir fortalecidos, reconectados desde las raíces, con nuestras capacidades y habilidades. Te sugiero hacer una lista de los valores que sostienen tus conductas, agrega a tu lista ejemplos de lo que haces y dices para dar congruencia a tus valores.
Por ejemplo: VALOR LA FAMILIA:
Deseo comprar un auto para mí, pero mis hijos en edad escolar necesitan… elijo dar a mi familia lo necesario y hago un plan de ahorro que me permita alcanzar a largo o mediano plazo mi compra.
Deseo comprar un auto para mí, pero la familia necesita… Elijo comprar el auto y la familia se molesta porque no le di prioridad a sus necesidades, se distancian a partir de esa decisión, acepto la incomodidad que cause en mí la reacción familiar, porque son adultos, considero que pueden hacerse cargo y responsabilizarse de sus asuntos.
Todo cambio genera ansiedad porque lo desconocido nos vulnera, nos causa incertidumbre. No sabemos si la acción que vamos a elegir será la correcta, y cuando la decisión implica a una tercera persona las cosas pueden volverse mucho más complicadas. Porque algunas veces hay que ceder para poder ganar y otras hay que elegir para nosotros aun cuando implique algunas pérdidas. Por ello es vital tener claro lo que queremos lograr, nuestro propósito.
Puedes hacer una lista de metas a corto, mediano y largo plazo, agregar qué quieres ganar y qué no quieres perder en cada una de tus elecciones, además identifica la satisfacción que sentirás por cada objetivo logrado.
POR MARÍA ISABEL ROMERO LÓPEZ
MAESTRA EN PSICOLOGÍA CLÍNICA INTEGRATIVA
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