El escenario de seguridad internacional para 2025 se ve preocupante, con dos guerras convencionales –Europa y Medio Oriente– en marcha que amenazan con expandirse y convertirse en guerras regionales y varios puntos de tensión muy fuertes en Asia, estamos en una Nueva Guerra Fría. La inversión en defensa aumentó en promedio 12 % a nivel mundial el año pasado, esto es un incremento substancial, dado que, en promedio, el incremento anual era de entre 1 y 2% cuando mucho en los últimos 10 años. Ante este escenario incierto y lejos de “armarse para la guerra”, México necesita recuperar la capacidad mínima para vigilar y proteger su espacio aéreo y sus litorales.
La vigilancia del espacio aéreo actualmente recae en una red de cuatro radares AN/TPS-78 que, aunque relativamente modernos, ya acumulan una docena de años de operación y que solo cubren el sureste, por lo que México requiere de la “ayuda” de EU para vigilar su frontera norte. Defensa requiere expandir esta red de radares con, por lo menos, otros cinco, en la zona centro y norte del país, para lograr incrementar la cobertura radar 70%. La actualización de los tres aviones de vigilancia (plataformas) EMB-145, en servicio ya desde hace 20 años, está –aparentemente– en marcha y le regresará a la Fuerza Aérea Mexicana la capacidad de desplegar una vigilancia itinerante.
Pero es necesaria la adquisición de por lo menos dos plataformas aéreas adicionales. Los siete aviones de interceptación supersónica F-5 del escuadrón 401 van a requerir un reemplazo durante el sexenio 2024-2030 y dadas las condiciones geopolíticas actuales, será prudente continuar con los planes trazados en 2013 para contar con por lo menos 24 aviones modernos.
En cuanto a la protección de los litorales, en este espacio se ha reiterado la necesidad de dotar a la Armada de México de por lo menos siete fragatas ligeras, una docena de patrullas oceánicas y dos barcos de reabastecimiento, seis aviones de patrulla marítima, así como desarrollar una capacidad de guerra antisubmarina. Tanto la FAM como la Armada requieren también de varias docenas de helicópteros y aviones de carga. Esta infraestructura mínima para poder vigilar y ejercer presencia en el aire y en la mar requerirá de una inversión significativa, por lo menos 10 a 12 mil millones de dólares (MMDD). Una inversión que debería de estar considerada en el Plan Nacional de Desarrollo 2024-2030.
Idealmente, este tipo de inversión irá en paralelo con una estrategia de compensaciones industriales y tecnológicas. Ser pacifista o neutral no significa estar desarmado. Al voltear a ver a otras naciones vemos requerimientos aún más significativos, pero ejemplos de cómo bajar esta inversión a que tenga repercusiones positivas en la economía local. Canadá es un claro ejemplo de esto. Canadá debe reemplazar su flota de combate con 88 aviones furtivos F-35 y requerirá también de plataformas de vigilancia aérea, cisternas y aviones no tripulados, mientras que su Armada requiere de por lo menos 15 fragatas, 12 corvetas y 14 submarinos. Canadá deberá invertir hasta 73 MMDD en su defensa y lo hará haciendo uso de una política de compensaciones industriales y tecnológicas que busca localizar la inversión al máximo para que esta tenga repercusiones directas en la economía canadiense. Es una visión innovadora que transformará el gasto en inversión para su desarrollo nacional.
POR IÑIGO GUEVARA
DIRECTOR DE LA COMPAÑÍA DE INTELIGENCIA JANES Y ACADÉMICO VISITANTE DEL ATLANTIC COUNCIL, EN WASHINGTON, D.C.
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