Para muchos puede ser una sorpresa, una expresión de pragmatismo político o hasta de cinismo si se quiere. Pero el anunciado viaje del presidente argentino Javier Milei, a China en el ya inminente enero de 2025 es un aviso para la política internacional latinoamericana.
De izquierda o de derecha. El viaje es una expresión de realismo que tiene poco que ver con las expresiones de Milei como candidato y Presidente, y de la propia postura china.
El diplomático chileno Jorge Heine cuenta, en un artículo, como Milei se mantuvo en su papel de denunciar a China como una "dictadura comunista" con la cual como Presidente, mantendría distancia. Y uno de sus primeros mayores actos de política exterior fue declinar la que algunos consideran como la envidiable invitación a integrarse al grupo de los BRICS (Brasil, Rusia, India, China, Sudáfrica) y participar en su Cumbre de Johannesburgo en 2023.
Posteriormente, anunció que Argentina no compraría los cazas sino-pakistaníes JF-17 aunque las negociaciones ya habían comenzado, sino aviones F-16 estadounidenses que le vendería Dinamarca. Proclamó su alineación con EU e Israel en política exterior, y de hecho los visitó en repetidas ocasiones en el curso de 2024 y anunció el traslado de la embajada argentina de Tel Aviv a Jerusalén.
Pero Milei no tuvo problemas para reunirse con el presidente chino, Xi Jinping, en la reunión del G-20 en Río de Janeiro, donde celebraron los 50 años de la relación bilateral y China anunció su disposición a mantener su cooperación financiera con Argentina y ayudarla a mantener la estabilidad económica y financiera.
Junto con el anunciado viaje de Milei a Beijing para participar en una reunión de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe (CELAC) con China se considera que hay un viraje fuerte. Pero el vuelco no es tanto de ideología como pragmático.
De acuerdo con Heine, "todo indica que ello no está desvinculado de la existencia de una línea de SWAP de cinco mil millones de dólares concedida por China al Banco Central de Argentina. Esta vencía en junio de 2024, y Beijing habría condicionado su renovación a cambios en la política argentina hacia el antiguo Imperio del Centro".
En todo caso ahí hay varios mensajes. Por un lado, está la realidad de que ya hace tiempo que Argentina enfrenta problemas para cumplir sus compromisos financieros internacionales y Milei actuó de una forma totalmente pragmática: se tragó sus palabras. Pero también logró mantener abierta una puerta importante para su país como mercado y como fuente de inversiones.
Del lado de China, la disposición a mantener opciones incluso con gobiernos que le son, o fueron, retóricamente hostiles, pero a los que puede presionar –en este caso económicamente-. Ciertamente son casos de pragmatismo político, pero también una lección de política post-ideológica a quienes todavía sostienen la pureza como bandera.
POR JOSÉ CARREÑO FIGUERAS
COLABORADOR
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@CARRENOJOSE
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