Sostiene Pereyra

La cultura del despilfarro en el deporte

Las reglamentaciones en la administración pública son claras: quien reciba dinero público está obligado a comprobarlo; quien no lo haga quedará impedido

La cultura del despilfarro en el deporte
Beatriz Pereyra / Sostiene Pereyra / Opinión El Heraldo de México Foto: Foto: Especial

En días pasados, el director de la Conade, Rommel Pacheco, dio a conocer que los recursos económicos que necesiten los deportistas, para prepararse y competir, serán entregados de forma directa para garantizar que lleguen a ellos y no se desvíen en el camino. No obstante, esta situación ni es nueva ni, necesariamente, resuelve el problema de la corrupción histórica que existe.

Hace un mes, el propio Pacheco dio una entrevista en la que reveló que existe una larga lista de deportistas que tienen adeudos con la dependencia. Se trata de dinero que, justamente, se les entregó de forma directa, pero que no han comprobado. Las reglamentaciones en la administración pública son muy claras: quien reciba dinero público está obligado a comprobarlo; quien no lo haga quedará impedido para volver a ser beneficiario.

Así, desde que existía el famoso Fodepar, es decir, el fideicomiso mediante el cual se gestionaban los recursos públicos para el deporte de alto rendimiento en México, ha habido problemas para comprobar el dinero. Hemos tenido deudores de todo tipo: deportistas, entrenadores, federaciones y metodólogos.

Las razones han sido diversas, desde que se perdió el comprobante, no se solicitó una factura a tiempo o se entregaron documentos apócrifos, y cuando se trata de viajes internacionales ha ocurrido que se manipulan las cantidades con la ayuda de amigos en el extranjero, o directamente de los botes de basura de los restaurantes de comida rápida han pepenado los tickets para justificar el dinero.

El hecho es que esta conducta es común. No estoy diciendo que todos los deportistas o entrenadores o federaciones lo han hecho, pero sí la mayoría, porque en el deporte prevalece esa cultura del despilfarro, o bien, la indiferencia en la comprobación, porque, al fin, es dinero público que no sale de sus bolsas. Malamente se han arrogado el derecho de inflar precios, gastar a manos llenas, derrochar, lo cual dista mucho de lo que debería: hacer un uso eficiente y mesurado del dinero que proviene de los impuestos que todos pagamos.

Este es un tema que contrasta con lo que solemos leer o escuchar: que los deportistas nunca tienen “apoyo” o recursos suficientes. Y sí, es verdad, ocurre, pero no podemos negar que también existen abusos, porque es lo que los deportistas han aprendido en el camino, así funciona el sistema y hasta hoy no ha habido nada que impida que este comportamiento pare.

Hemos sabido de casos en donde un deportista solicita recursos a la Conade para un fin, y esa misma necesidad se le pide al COM o a un instituto del deporte que la cubra. Como entre dependencias suelen no cruzar información, un gasto se duplica o se triplica. Bien haría la Conade en amarrar estas manos abusivas, pero hay que decirlo: la Conade debe de empezar también por amarrar sus propias manos.

POR BEATRIZ PEREYRA

COLABORADORA

Twitter: @beatrizapereyra

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