Los orígenes de ese billete de lotería que tiene usted en sus manos -o que alguna vez ha tenido o cobrado- se remontan lejos en el tiempo, tan lejos como el año 1770, cuando un virrey de la Nueva España autorizó establecer un juego de azar para recaudar fondos y destinarlo a obras públicas y benéficas. De esos tiempos datan también los famosos “niños gritones” (El Heraldo de México, 18/12/24).
Al consumarse la independencia, el juego se llamó Lotería Nacional (Lotenal) y fue ganando popularidad, pues al principio los boletos de participación eran muy caros, lo cual dio origen a los “cachitos” y a las “vaquitas”, es decir, la participación mancomunada entre varios jugadores, una costumbre que pervive hasta ahora.
La Lotería Nacional, naturalmente, ha evolucionado hasta llegar a la era de internet y la posibilidad de comprar boletos en línea, pero conserva una presencia grande y permanente en la vida cultural y social de México, al combinar la venta de esperanzas con la emoción, el divertimento y la conciencia de aportar recursos para atender la salud pública. También se ha diversificado al añadir a los tradicionales sorteos los Pronósticos Deportivos y los Melate, y es encomiable su tarea de difusión cultural e histórica, mediante la difusión de personajes y hechos relevantes en los billetes.
Como le dijo a El Heraldo de México (11/12/24) el director general de la Lotería, Marco Antonio Mena Rodríguez, en 2024 y por segundo año consecutivo, la Lotenal rompió el récord de ingresos con más de 18 mil 500 millones de pesos, la cifra más alta de la historia. La Lotería opera con una utilidad promedio anual de 3 mil millones de pesos, cantidad que es entregada a la Tesorería de la Federación.
Es inevitable pensar en la dañina ludopatía que suele acompañar a los juegos de azar, pero esa adicción patológica se asocia más a los juegos de casino y menos a la Lotería, que institucionalmente exhorta al juego responsable, es decir a evitar la adicción y no apostar más allá de las posibilidades personales ni comprometer recursos destinados a fines esenciales.
Las bolsas de Melate son más grandes que las de Lotenal y con relativa frecuencia alcanzan los cientos de millones de pesos, pero la dificultad para obtener un premio importante es mucho mayor en Melate que en la Lotería. En Lotenal hay que acertar a 5 números en un universo de 60,000 combinaciones posibles para ganar un premio mayor, mientras en Melate se precisa acertar a 6 de 56 números. Hay 1 posibilidad entre 32.4 millones.
Pese a todo, es posible ganar. De hecho, en cada sorteo se reparten miles de premios, la mayoría de ellos pequeños y medianos, y también es posible, en el caso de Lotenal, obtener reintegros del dinero invertido, lo cual permite continuar jugando. En promedio, cada año se entregan premios por 9 mil millones de pesos.
¿Se anima a poner a pelear a su suerte contra miles y aun millones de adversarios? Yo sí, ya tengo varios “cachitos” del Gordo de Navidad.
PLUS ONLINE: GRANDES GANADORES DE LOTERÍA
Las historias vinculadas a premios grandes de la Lotería Nacional son muchas y en ellas los protagonistas no son sólo los ganadores, sino también los vendedores que andan por las calles y han sido retratados en el libro Crónicas de billeteras y billeteros de la Lotería Nacional.
Están además los estanquillos como Santos, Casa Sarita Ornelas, Zamora, Fortuna y muchos más, que ofrecen, asimismo, la posibilidad de comprar billetes electrónicos con el número o terminación que el cliente prefiera.
Entre los muchos ganadores, hay unos cuantos que obtuvieron dos veces el premio mayor. Un caso llamativo que incluso motivó especulaciones de manipulación fue el del ex gobernador de Veracruz, Fidel Herrera, quien ganó dos veces el premio mayor, el 31 de diciembre de 2007 y el 3 de mayo de 2009.
La probabilidad de que tal cosa suceda -ganar dos veces un premio mayor- es remotísima, pero hay otros casos en el mundo. El más insólito de ellos le ocurrió en Australia a Bill Morgan, un transportista que tuvo un accidente en carretera y su vehículo quedó en estado de pérdida total, mientras él fue hospitalizado, entró en coma y fue declarado clínicamente muerto dos semanas después del terrible choque.
Repentinamente, Bill despertó y se recuperó rápidamente. Con la conciencia de haber regresado a la vida después de morir, Bill Morgan decidió comprar un billete de lotería de la modalidad “raspadito”, que también es popular en México, y se ganó un automóvil que le cayó de perlas.
El hecho llamó la atención de los medios, entre ellos el 9News Australia, que armó un programa recreando la historia de Bill, desde el accidente hasta la compra del “raspadito”. En la parte final de la filmación, con las cámaras grabando, Bill entró en un comercio, compró un “raspadito”… y la filmación generó una nueva e insólita historia. Ese segundo boleto que compró Bill también resultó premiado, ahora con 170,000 dólares en efectivo.
Y bueno, en la lotería y con el azar, lo que parece imposible puede no serlo.
POR EDUARDO R. HUCHIM
@EDUARDORHUCHIM
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