Columna invitada

La unión ante el exterior

Varios afirman o creen que la existencia de un enemigo común genera unión entre los distintos sectores de una sociedad, como una manera de superar la heterogeneidad interna

La unión ante el exterior
Ignacio Anaya / Colaborador / Opinión El Heraldo de México Foto: Especial

Varios afirman o creen que la existencia de un enemigo común genera unión entre los distintos sectores de una sociedad, como una manera de superar la heterogeneidad interna. La presencia de este adversario resulta clave para armonizar a las partes, las cuales, en teoría, deberían dejar de lado sus diferencias para enfrentar la amenaza externa. Ahora, con el posible regreso de Donald Trump y lo que parecen ser políticas más agresivas contra México (incluida la intervención militar), se hace un llamado a la unidad nacional. Sin embargo, esto no garantiza que se consiga tal propósito.

La invasión de Estados Unidos a México, entre 1846 y 1848, permite observar cómo una sociedad puede permanecer dividida ante un enemigo externo. Podría pensarse que, ante una contienda de tal magnitud, surgiría un sentido nacionalista que uniera a las y los mexicanos; pero no fue así. En aquel entonces, debido a los cambios políticos constantes y los conflictos internos, México estaba profundamente fracturado. Ni siquiera existía un proyecto nacional consolidado, sino más bien una pugna entre diversos grupos con intereses particulares. De hecho, algunos estados se declararon neutrales y no brindaron apoyo a la defensa.

En enero de 1847, el entonces vicepresidente Valentín Gómez Farías decretó la venta de los bienes de manos muertas con el fin de recaudar fondos para la guerra. Gómez Farías ejercía el Poder Ejecutivo debido a que Antonio López de Santa Anna, quien debía asumir la presidencia de manera provisional tras ser elegido en diciembre de 1846, se encontraba combatiendo a las tropas estadounidenses.

Esta medida molestó a la Iglesia católica, pues incluía la venta de bienes eclesiásticos, generando su rechazo y provocando que un sector de la alta sociedad se alzara contra Gómez Farías. Así surgió una rebelión cuyos integrantes fueron conocidos como los “polkos”. El origen de este nombre parece tener dos explicaciones: por un lado, porque estos insurrectos, pertenecientes a clases acomodadas, bailaban la polca; por el otro, debido a las supuestas simpatías hacia el presidente estadounidense James Polk.

Estos rebeldes, que formaban parte de los regimientos de la Guardia Nacional, se sublevaron en febrero de 1847. Proclamaron un plan que, a grandes rasgos, exigía la destitución de Gómez Farías y la anulación de la ley de desamortización. Esta insurrección tuvo consecuencias en la guerra, ya que los regimientos que se rebelaron debían ser enviados a Veracruz. Finalmente, Santa Anna negoció con los polkos, quienes incluso se reincorporaron a la lucha contra los estadounidenses.

La unidad total es difícil de alcanzar. Con frecuencia, las personas, antes que apegarse a un sentimiento nacionalista, anteponen sus propios intereses.

POR IGNACIO ANAYA

COLABORADOR

@Ignaciominj

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