No hay más. Ni América ni Monterrey fueron los dos mejores equipos del certamen. De cualquier modo, ello no impedirá que al final de esta semana uno termine alzando la corona.
Las Águilas fueron el octavo mejor clasificado con 15 puntos por detrás del ya eliminado Cruz Azul. Lee usted bien. Supongamos que el América gane los compromisos que le quedan. Aun así, le faltarían tres victorias más para alcanzar al Cruz Azul en el número de triunfos. Este está fuera mientras que los de Coapa pudieran alzar el tricampeonato el domingo. Ahora pongamos un escenario más catastrófico para evidenciar el formato de competencia. Que las Águilas no ganen ninguno de los dos partidos. Que ambos acaben en empate y que terminen ganando en penales. Se coronarían campeones con cinco victorias menos que la Máquina, y con dos partidos más en el calendario. En fin. Que sólo quería comenzar con esta reflexión sobre lo abominable que de pronto llega a ser el injusto sistema que nos rige. Debería haber un mejor balance entre la justicia y las emociones de la Liguilla, aunque difícilmente algún día veamos alguna transformación.
En fin. El equipo de la capital que tendrá que recibir en Puebla el capítulo de ida, eso sí, lleva siendo el mejor del futbol mexicano hace rato y esta final le llegó como premio de consolación ante los últimos tres años monstruosos que ha venido fraguando. El único equipo que hasta este torneo había calificado directo a todas las Liguillas sin pasar por repechaje, y que a pesar de ello no se conformaba. No se le daba el título teniendo excelentes fases regulares y siguió invirtiendo para asegurarse de traer a los mejores jugadores de la Liga en todas las líneas, hasta que el resultado es aplastante. Llevan tres finales seguidas, incluso, con dos torneos sin pretemporada, y buscarán, para lograr algo sin precedentes, ganar las tres. Seis meses de intermitencia los caracterizaron. Eran un hospital con cualquier cantidad de lesionados durante el certamen, pero paulatinamente se comenzaron a recuperar, y por más bonito que jueguen los rivales, esas individualidades emergieron en el mejor momento. Son la mejor plantilla, volvieron a llegar a la cita por el título.
Del otro lado un proyecto naciente con Martín Demichelis. Rayados no tiene una identidad marcada de juego, pero el éxito reciente de Tigres (cuando hacían bien las cosas la década pasada) y el América ahora, le otorgaron la fórmula al Tato Noriega, dirigente albiazul, vete por jugadores diferenciales al mercado europeo. Elementos con ciertas credenciales interesantes que se van a devorar la liga. Lucas Ocampos ha tenido una grandísima temporada de debut y Sergio Canales está mostrando sus extraordinarias pinceladas de calidad. De los 11 titulares ante San Luis, cinco jugaban en Europa apenas el año anterior. No se enfrentan los dos mejores equipos, pero sí, por mucho, las dos mejores plantillas y eso en la Fiesta Grande termina marcando diferencias. ¡A disfrutar la final, señores!
POR: JOSÉ EDUARDO IGA
PAL