Tomo el nombre de esta columna de una película de 1966 titulada, precisamente, “Stop the world, I want to get off” (paren el mundo, que me quiero bajar). Hoy más que nunca la comprendo. Estos primeros 24 años del siglo XXI han sido duros, difíciles, y no hemos logrado erradicar ni las guerras, ni el hambre ni el sufrimiento de cientos de millones de personas en todo el planeta. Las cosas, sin querer ser alarmista, pintan para este 2025 mal, bastante mal. O sea, mejor ya que los irresponsables que gobiernan este planeta le paren.
Biden, a unas cuantas semanas de retirarse (tardíamente) a sus habitaciones, le da el visto bueno a Ucrania para lanzar misiles de largo alcance contra Rusia. Francia y el Reino Unido lo secundan. Por supuesto, Zelensky lo hace y manda los misiles británicos Storm Shadow, por primera vez al territorio ruso, al parecer, nadie está completamente seguro, a la región de Kursk.
Las embajadas de varios países como Italia, España y la de los EUA en Kiev decidieron casi al mismo tiempo cerrar temporalmente sus sedes ante la amenaza de posibles ataques aéreos masivos desde la tierra de Putin. Ante esto, Suecia, Finlandia y Noruega por aquello de las dudas distribuye manuales entre sus ciudadanos para que puedan prepararse en caso de una guerra —¿nuclear— o cualquier desastre bélico inesperado.
Pero las locuras siguen. Ahí están miles de soldados de Corea del Norte metiéndose —¿obligados?— en este conflicto, seguramente con la anuencia de China entre otros. Por si nos faltara algo la llegada de Trump ha complicado más esta de por si delicada situación y todos nos preguntamos: ¿cuánto territorio le va a costar a Ucrania, en el mejor de los casos, terminar con el conflicto? ¿Y la OTAN? ¿Va a dejar que Putin invada y se quede con el botín por obra y gracia de sus amenazas y audacia? ¿Podría suceder algo similar en otros países europeos? ¿Y qué tal si en una de esas Putin decide tirar una pequeña bombita nuclear para que vean quién manda?
Por acá, más cerquita, las cosas también se ven muy complicadas con la inminente llegada del esposo de Melania. Aunque la autoridad dice que no hay de que preocuparse y que se necesita solo tener la cabeza fría para enfrentar su arribo, lo cierto es que las deportaciones masivas anunciadas —se habla de hasta un millón de indocumentados expulsados a México al año— por el nuevo gobierno de EUA pueden tomar a la actual administración muy mal preparada.
Se trata de seres humanos, vulnerables, indefensos, mujeres, hombres, y niños con necesidades ingentes que satisfacer. ¿Estamos listos para enfrentar un desafío de este calado? En medio de todo esto enfrentaremos también las amenazas por parte de los trumpianos del aumento en los aranceles a los productos mexicanos y la muy costosa “elección” de jueces, magistrados y ministros del desaparecido Poder Judicial, en la cual se van a despilfarrar miles de millones de pesos sólo para conseguir no una mejor justicia sino una mayor concentración de poder.
Termino con una frase de Mafalda: ¡Que levanten la mano los que estén hartos de ver al mundo manejado con los pies! Nada más que decir.
PAL