Pep Guardiola se encuentra actualmente en terrenos insospechados. El pasado fin de semana, el director técnico del Manchester City acumuló la cuarta derrota consecutiva por primera vez en su trayectoria como entrenador. Algunos ya señalan este tropiezo como el inicio del declive del tiki-taka establecido por el catalán; otros, en cambio, confían en la capacidad del estratega para adaptarse a la circunstancia actual. Sin embargo, más allá de especulaciones, ¿a qué se podría atribuir la mala racha del conjunto Citizen?
Quizá, para Guardiola, las lesiones provocadas por un exceso de partidos se presentan como la primera causa de este rendimiento inesperado. No obstante, me atrevería a decir que —para identificar la razón detrás de semejante rendimiento— tendríamos que remontarnos hasta la época gloriosa del FC Barcelona. Corría el año 2009 y el FC Barcelona de Guardiola ganaba el sextete con un estilo de juego atractivo, eficaz y, sobre todo, dominante. Entrenadores y jugadores por igual alababan el juego de un equipo que parecía haber cambiado el futbol para siempre bajo el liderazgo de un entrenador obsesionado con su filosofía futbolística.
Durante aquellos años, los rivales se dividieron entre quienes buscaban formas de contener el dominio azulgrana y quienes intentaban emular su estilo de juego.
Con el tiempo, algunos empezaron a descifrar cómo neutralizar el tiki-taka de Guardiola y, eventualmente, lograron desmitificar
la estrategia del catalán. Después de analizar exhaustivamente las debilidades de un equipo que parecía invencible, el hechizo terminó por romperse.
Sin embargo, esta no es la primera vez que declaran caduco el estilo futbolístico de Pep. Tras su renuncia del FC Barcelona, por ejemplo, distintos medios deportivos asumieron que el catalán estaba tirando la toalla. Mientras tanto, durante su etapa en Alemania, su incapacidad para ganar la Champions generó dudas sobre su genio táctico.
No obstante, Guardiola nunca se distinguió por ser un entrenador falto de ideas. Durante su etapa en el FC Barcelona, por ejemplo, inventó el falso 9 que sacó lo mejor de Messi y, bajo el mando del Bayern München, reinventó la posición de Philipp Lahm haciéndolo jugar como un lateral híbrido capaz de trasladarse al mediocampo. Y, más recientemente, la llegada de Erling Haaland al Manchester City convenció a Guardiola de integrar la posición de delantero centro sin necesidad de comprometer su estilo de juego ni perder competitividad.
Por ello, más que una señal de decadencia, esta racha de derrotas debería interpretarse como una etapa natural para un equipo que ha alcanzado los picos de rendimiento. No es ninguna sorpresa que, después de tantos éxitos y trofeos, resulte difícil mantener a los jugadores sedientos de competitividad y hambrientos de victoria. La mala racha del City es, al final del día, sólo eso: una mala racha.
A mí, por lo pronto, me entusiasma ver qué nuevas ideas se le ocurren a Guardiola para enfrentar este nuevo desafío.
POR TOMÁS LUJAMBIO
COLABORADOR
@TLUJAMBIOT
MAAZ