El Doctor Patán descubrió que María Sorté, muy conocida actriz y madre del secretario de Seguridad, Omar García Harfuch, dijo, palabras más, palabras menos, que, si de ella dependiera, su hijo no competiría por “el más guapo de México”, un título por el que pelea con buenas posibilidades de éxito: parece que el secretario goza de una amplia popularidad. Las razones de doña María pueden resumirse en esta: mi hijo está metido en la chamba, que le encanta y que es muy importante para él y para todos. Concentrémonos en eso. No frivolicemos.
Nada que discutirle a la señora Sorté, por supuesto, pero esto me llevó a un ejercicio que terminó por ser terriblemente doloroso. A su doctor le pareció que había que llenar esa vacante, al menos –no soy tan ambicioso– en el contexto del movimiento. En política dicen que la forma es fondo, y reconozcamos que, en términos de belleza masculina, la 4T no anda muy sobrada. Fraternalmente: ¿se acuerdan de la toma de posesión de mi presidenta, con aquellas panorámicas del Congreso? No hay mucha materia prima que digamos. O sea, entiendo el atractivo que pueden ofrecer, digamos, el Mario o el Marcelo, pero es un atractivo conectado con lo espiritual, lo ético y lo intelectual, no propiamente con el patrón helénico de belleza, que, me temo, seguimos sin poder desterrar. Así que vi un área de oportunidad, y decidí someter el asunto a la persona más aguda y –como verán enseguida– a la vez más crítica para asuntos de imagen: la señora de la casa.
–Pues no, no se me ocurre nadie, la verdad –sentenció y al sentenciar me clavó un cuchillo en la autoestima.
Insistí:
–A veces la respuesta está en quien tienes más cerca. Repito la pregunta: ¿nadie-nadie?
Y vino la cuchillada. No. El machetazo.
–No con ese cuerpo de síndrome metabólico. Y no, no es solo la edad. ¿Ya se lo consultaste a Víctor? –remató.
Víctor, va la aclaración, es mi colega y médico de cabecera, al que no, no quiero molestar con esto. Digo: ya viene el Guadalupe Reyes y sabemos que esta temporada distorsiona los resultados clínicos. En enero.
Ojo. No soy ciego a mis limitaciones. Nada más que, en ciertos casos, aunque no sean los de los compañeros arriba mencionados, la belleza es una propiedad que se proyecta desde el espíritu hacia el cuerpo, y estoy, debo decirlo, en un momento de plenitud. Pensé que entre eso y mis 20 minutos diarios de caminata, que es el ejercicio más completo… En fin, ya me entienden.
Dolió, sí. Pero su Doctor no es de dejarse aplastar. Así que les dejo dos planteamientos. Uno: es hora de desenterrar a Ruvalcaba. ¿Saben si ya es parte del movimiento? A él sí le tocó que le dijeran, cuando la selfie sin camisa, que es bonito por dentro y por fuera. El segundo: convoco a un “belleza masculina 4T” categoría senior. Creo que a Adán Augusto sí le doy pelea.
POR JULIO PATÁN
COLABORADOR
@JULIOPATAN09
PAL