El mayor fracaso heredado por el gobierno de AMLO al de Claudia Sheinbaum, está en la violencia e inseguridad. La narrativa, disfrazada de ‘estrategia’, de “abrazos no balazos”, derivó en el sexenio más sangriento del que haya registro: 200 mil homicidios en menos de seis años; un desaparecido cada hora durante el gobierno que ya se fue.
El reto para la presidenta Sheinbaum es enorme. Recibe un país que sangra y lleno de víctimas. López Obrador fue incapaz de siquiera reunirse, por ejemplo, con las madres buscadoras, y se convirtió en un mandatario indolente al dolor; uno que en lugar de asumir su responsabilidad repartía culpas y en vez de enfrentar la espiral de crímenes, los negaba.
La culpa nunca era suya ni de su gobierno. Ante cada pico de violencia, atizaba contra el pasado. “La guerra de Calderón”, comenzada hace casi 20 años nunca dejó de ser uno de los lugares comunes favoritos. Y cuando las llamas del incendio arreciaron, tras la detención del ‘Mayo’ Zambada, de plano lanzó culpas al gobierno de EU. Total, que, durante su sexenio, López Obrador perfeccionó el arte de lavarse las manos.
Sheinbaum no es así. Su trayectoria y personalidad, pero sobre todo su paso por el gobierno de la CDMX, la describen muy distinta: reconoce las problemáticas y las ataca. Lo suyo no es el reparto de culpas, sino el trabajo y, sobre todo, la supervisión de las tareas encomendadas; es una mujer que gobierna con base en resultados. Si algo funciona, pisa el acelerador en esa ruta. Si algo no funciona, lo reconoce y corrige.
Hay quienes se empeñan en ver a Sheinbaum como una calca de López Obrador. En realidad, aunque comparten proyecto, son muy distintos. La estrategia de seguridad presentada ayer por la presidenta y el secretario de Seguridad, Omar García Harfuch, dan cuenta de eso. Los ejes son, en los hechos, reconocimiento de lo que no funcionó en el sexenio anterior, y marcan una nueva ruta para lo que vendrá.
De entrada, porque el modelo replica en mucho lo que ya se hizo y dio resultados en la CDMX: inteligencia y coordinación, atención a las causas y coordinación en el gabinete de Seguridad. Esa es la mejor carta de presentación de Sheinbaum y Harfuch. Esos ejes, más el “fortalecimiento de la Guardia Nacional”, son rectores de la estrategia.
Pero, además, se reconoce lo que ha fallado; esencial para corregir. Se enlistan los municipios con altos índices delictivos como prioritarios y se definen acciones emergentes para los primeros 100 días de gobierno: disminuir la incidencia en 10 municipios con más homicidios, atención a la seguridad en Chiapas, combatir la extorsión a limoneros en Michoacán y una estrategia en carreteras, que se han vuelto tierra de nadie. Eso, y la identificación de los cárteles como generadores de violencia, deberán significar un parteaguas.
La estrategia, pues, será distinta. Que haya suerte.
-Off the récord
No es causalidad que ayer mismo Omar García Harfuch haya ido a Sinaloa, donde se cumple un mes de choques y enfrentamientos que el gobierno de AMLO y del gobernador Rocha no lograron contener. Tampoco que haya caminado las calles de Culiacán, y mucho menos es coincidencia que haya ido junto al general Ricardo Trevilla, secretario de la Defensa. Ahí también hay nuevas formas, y nuevo fondo…
POR MANUEL LÓPEZ SAN MARTÍN
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