En los últimos seis años, el oficialismo ignoró las voces de aquellos que no coinciden con su manera de hacer las cosas. Y a quienes se atrevieron a confrontarlos, los acosó y persiguió para intentar doblegarlos: lo mismo a políticos de la oposición y hasta de su propio partido, que a empresarios, miembros de organizaciones civiles y periodistas.
El arribo de un nuevo gobierno, a riesgo de ser tachado de inocente, trae consigo vientos de esperanza para quienes somos parte de la oposición y aspiramos a tener una relación de contrapeso, pero una relación, como lo es la oposición en todo el mundo.
El oficialismo no se ha cansado de repetir la falacia de que los 36 millones de votos que recibió representan el sentir de bienestar de todos los mexicanos. Y quienes piensan distinto, deben callar y obedecer. Nada más alejado de la realidad.
Como mexicano, como ciudadano comprometido con el futuro de mi país, tengo la profunda convicción de que el diálogo debe ser el pilar fundamental en cualquier democracia. Sin embargo, el diálogo no puede ser un fin en sí mismo, sino un medio para construir soluciones que beneficien a los 130 millones de almas que llamamos México nuestro hogar. No podemos, ni queremos ser comparsas de un gobierno que no escucha, que no valora la pluralidad y que ignora las voces disidentes. En este momento crítico de nuestra historia, se nos exige no solo tender la mano, sino también levantar la voz cuando sea necesario.
Vivimos en una república, y eso implica que todas las voces deben ser escuchadas, no solo las que convienen al poder en turno.
La pluralidad no es un lujo, es un derecho que hemos conquistado con esfuerzo, y como demócratas, tenemos el deber de defenderlo. No podemos permitir que se pisotee la representatividad de los distintos sectores de la sociedad, ni mucho menos aceptar pasivamente la exclusión del diálogo y la decisión.
Acción Nacional siempre ha sido un partido comprometido con México, con el bien común. Hemos sido constructores de instituciones y defensores incansables de la democracia. Y seguiremos siéndolo.
Aplaudo, sin duda, que una mujer haya llegado a la presidencia. Es un hecho histórico, un hito para nuestra nación. Pero más allá de celebrar este logro, nuestro compromiso es con México, y eso significa que seremos una oposición firme, respetuosa y responsable, pero nunca cómplice de un gobierno que no responda a las verdaderas necesidades de nuestro país.
Acción Nacional siempre ha creído en el diálogo como la mejor herramienta para resolver los problemas del país, pero ese diálogo debe ser genuino, abierto y respetuoso de las diferencias. Si lo que se busca es imponernos, si lo que se pretende es acallar a la oposición, entonces nuestra respuesta será firme.
No estamos aquí para adornar ceremonias ni para aplaudir decisiones tomadas a puertas cerradas. Estamos aquí para defender las instituciones, para exigir transparencia y rendición de cuentas. Si eso incomoda y molesta, entonces seremos incómodos y molestos, pero si eso sive para hacer un mejor país, estaremos construyendo juntos un mejor país.
Mantenemos la esperanza. Por el bien de México, esperamos que este gobierno sea capaz de escuchar y de corregir su rumbo cuando sea necesario. Claudia Sheinbaum asume la presidencia en un país sumido en una crisis de seguridad, con una economía estancada y con un tejido social profundamente desgarrado.
La política de abrazos a criminales ha fracasado, y lo que necesitamos ahora es una estrategia que ponga a las y los ciudadanos en el centro de las políticas públicas. No más concesiones al crimen organizado, no más impunidad. Es momento de actuar con decisión y con valentía.
En Acción Nacional, no buscamos ser una oposición destructiva, pero tampoco seremos cómplices de los errores ni negociaremos silencios. Defenderemos con firmeza los derechos de las y los mexicanos, y propondremos soluciones cuando sea necesario. Pero que quede claro: no dudaremos en alzar la voz cuando lo amerite. El país no puede esperar más, y los retos que enfrentamos exigen respuestas inmediatas y contundentes.
Hoy, más que nunca, debemos estar atentos y vigilantes. No estamos aquí para obstruir, sino para construir. Pero también estamos aquí para exigir. México merece más. Merece un gobierno que enfrente con valentía los grandes problemas que hemos heredado: la inseguridad, la pobreza, la falta de acceso a la salud y la educación.
Estos no son temas que se resuelvan con promesas vacías ni con abrazos a los delincuentes. Se requiere de una estrategia clara, firme y efectiva. No podemos permitir que el país siga siendo rehén de la violencia y de un crecimiento económico que ha sido el más bajo en 36 años.
En Acción Nacional, estamos listos para dialogar y colaborar en todo aquello que beneficie a las y los mexicanos. Pero que quede claro: también estamos listos para levantar la voz.
POR JORGE ROMERO HERRERA
DIPUTADO FEDERAL
@JORGEROHE
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