Hiel y Miel

El diluvio que viene

Hace 2 o 3 meses nos quejábamos amargamente de la sequía que afectaba a nuestro país. Presas vacías, ríos secos, cultivos agrícolas y comunidades

El diluvio que viene
Tere Vale / Hiel y Miel / Opinión El Heraldo de México Foto: Heraldo de México

Hace 2 o 3 meses nos quejábamos amargamente de la sequía que afectaba a nuestro país. Presas vacías, ríos secos, cultivos agrícolas y comunidades enteras afectadas seriamente por la falta de agua. Ansiábamos que lloviera. Afortunadamente, en esta vida nada es para siempre y en unas cuantas semanas las cosas cambiaron mucho, pero no necesariamente para bien. Hemos abusado tanto de nuestro planeta que el clima se ha vuelto difícil de predecir y manejar.

Si Guerrero y especialmente Acapulco se vieron afectados gravemente por la magnitud devastadora de OTIS, la llegada del huracán John a las costas de Michoacán, Colima, Oaxaca y nuevamente de Guerrero nos demuestra como nada en demasía es bueno. Ni la sequía ni el diluvio que viene.

El 24 de septiembre John hizo su aparición como un huracán categoría 3 y nos dejó bastantes problemas, pero el segundo ingreso de este mismo fenómeno, el 27 del mismo mes, aumentó los daños, especialmente por las lluvias torrenciales acumuladas en estos Estados del litoral del Pacífico, mayormente en el muy lastimado Guerrero. Las precipitaciones derivadas de este evento han sido, dicen los expertos, superiores a las del huracán Otis y con 214% más agua que el fenómeno Paulina, también de triste memoria.

Una de las ciudades más afectadas, como bien sabemos, ha sido Acapulco. El puerto era en los años 70 uno de los grandes atractivos turísticos de México. Recuerdo aquellos tiempos de la Reseña Cinematográfica, la visita permanente de las celebridades mundiales y, desde luego, me gana la nostalgia al pensar en su belleza. Por supuesto, había una considerable derrama económica por la organización de todo tipo de eventos.

Hoy, entre la inseguridad derivada del crimen organizado y la otra furia, la de los elementos naturales, aquel pasado deslumbrante se nos fue de las manos. Muy preocupante el cierre de negocios grandes y chiquitos, los deslaves en las carreteras, las inundaciones tanto en colonias elegantes como populares, la falta de servicios básicos y, lo más triste, la búsqueda y rescate de poblaciones enteras incomunicadas por las precipitaciones. Hubo edificios, casas y coches arrasados por las aguas.

En los Estados arriba mencionados decenas de miles de personas se quedaron sin electricidad y, lo más paradójico, sin agua potable.

En este inicio de sexenio espero que la nueva administración proporcione no solo los apoyos económicos y los recursos técnicos para comenzar a resolver estos infortunios de fondo. Los desastres de este tipo que han hecho víctimas a muchos cientos de miles, combinados con la violencia y la pobreza en la que viven, son una realidad trágica que ha costado ya muchas vidas.

Bien se podría escribir una historia de la Humanidad a partir de la historia de las catástrofes. Como dice el historiador británico Niall Ferguson en su libro Desastre: “Los desastres naturales o provocados dejan al desnudo a una sociedad”

Por el bien de todos, dejemos atrás la incertidumbre y demos paso a las soluciones, la empatía y la prevención. Eso espero.

POR TERE VALE

COLABORADORA

@TEREVALEMX

MAAZ

 

Temas