La Manigua

Lo “micro”

Lo grande es pequeño cuando los detalles y los asuntos prácticos no tienen ningún tipo de atención y planificación previa a la inauguración o presentación de los grandes “megaproyectos” del período en turno

Lo “micro”
María Cecilia Ghersi / La Manigua / Opinión El Heraldo de México Foto: Heraldo de México

Saber que muchas de las situaciones y decisiones que toman los Estados están al margen de los detalles, es una de las razones por las que no entendemos las acciones radicales y monumentales que dejan sin comodidad, justicia y dignidad el día a día de la mayoría de los ciudadanos. Lo grande es pequeño cuando los detalles y los asuntos prácticos no tienen ningún tipo de atención y planificación previa a la inauguración o presentación de los grandes “megaproyectos” del período en turno.  Las frases grandilocuentes abundan, pero la misión de responder al sentido común y la normalidad se ocultan en las parafernalias de un todo, que deja de serlo, al no cubrir las necesidades básicas de los votantes.

El prefijo “micro” representa la millonésima parte de algo, un poco dentro de un enorme, algo que debe verse a través de un microscopio, a veces solo es una partícula dentro de un ecosistema, parece individual, diminuto, lo tenemos que ver agachándonos o ajustando nuestra mirada a una lupa. Lo que no se ve parece no discutirse, lo que consta de seiscientas páginas y ha sido promocionado en la portada de los principales diarios hace creer que se ha considerado todo lo prometido. Los cimientos y lo que se pierda entre las paredes parece invisible.  Lo grande es una invención de los comunicadores que venera muchos significados, pero en la mayoría de las ocasiones no se puede dimensionar en justa medida. Nunca será igual explicar las grandes ventajas que una reforma de envergadura ocupará en los diarios nacionales e internacionales, que dialogar sobre su implementación en los municipios y pueblos más alejados de la capital donde se discute. Un hospital en medio de dos montañas se verá enorme, parecerá el puente a una vida saludable pero los habitantes del caserío más cercano no tendrán cómo llegar al hermoso elefante blanco que han promocionado los gobernantes desde hace cinco años sin planear el acceso y el transporte que se necesita.  

La gramática de los anuncios gubernamentales son un rosario de virtudes, señales de poder y factores que no se reconocen en el lenguaje común, pero encanta, toca, pellizca y da sentido a la conversación momentánea de admiraciones, preguntas, exclamaciones, quejas y sorprendidos que en verdad ignoran la letra pequeña y los detalles de lo que han hecho un “infomercial” siempre pragmático lejos de la causa y el efecto futuro del mismo.

Es por eso que la ciencia nos asiste cuando hablamos de comunicación, cuando sentimos que no nos alcanza el día para identificarlo todo, pero los virus, las bacterias, los hongos, los microbios y otros, mínimos, difíciles de explicar, son esos aspectos que se vuelven un GRAN fracaso de los proyectos y las obras de los gobiernos en turno porque crecen a la velocidad de la luz y se hacen grandes mientras se les ignoran.  

La historia de América Latina es un ejemplo de todos estos “micro olvidos”. Las grandes obras desfilan en los diarios y se fotografían en revistas de construcción y arquitectura pero les falta las reglas de operación para atender a los que les dijeron mil veces que iban a ser beneficiados, nacionalizan las bancas, pero no asumen la falta de ceros en las inflaciones, mínimo detalle, unos ceros, unos círculos ahí que nadie vio. Se les da poder a los ejércitos e ignoran el pequeño detalle de entender cómo se formaron y dónde practicaron actos de violencia que multiplicarán sin piedad ante los desaventajados, crean grandes acueductos pero no comprueban la pequeñez de legalizar lo que las tierras habían concedido alguna vez a los campesinos que viven debajo de la estructura, crean enormes sistemas de transporte pero vuelven a obviar después de décadas de ser ley, la obligatoriedad de crear  espacios para personas con capacidades diferentes. Compran los últimos artificios para parques públicos pero ignoran la mano de obra que se necesitará para mantener en pie la fiesta popular donde hacen el bailongo y la repartición de regalos del día de niño y diciembre; crean grandes espacios para promocionar el cine nacional pero no se dan cuenta que las leyes de distribución de las obras está caduca. Hacen grandes desfiles tradicionales donde se usa a los artesanos más especializados del país para mostrar un trabajo arduo y de dedicación infinita, pero no regulan el mercado de los pueblos originarios, ni les brindan oportunidades en las grandes ciudades para la venta de sus productos. Exponen a los autores nacionales, pero olvidan que hay muchos más concursando por la autorización de sus publicaciones, solo les basta promocionar a los que aplauden sus cerradas cúpulas políticas, crean grandes jardines, pero no consultan ni presupuestan el sistema de riego que abastecerá los próximos 5 años de gobierno a las plantas que sembraron tomándose las fotos el día de la primavera.

Anuncian grandes cárceles de máxima seguridad, pero omiten diseñar las tuberías para canalizar las aguas negras, qué detalle, qué “micro detalle” tan obvio, como el de construir también espacios abiertos y seguros como exige la carta universal de los derechos humanos. Gritan sobre el feminismo, levantan el puño en señal solidaria, hacen eventos “grandísimos” pero negocian en lo oscurito la lista de “aliadas” y bloquean a las activistas  y víctimas más fieles y comprometidas con el proceso por el que salieron elegidas. Hablan de igualdad y no han podido llenar las planillas de despido de las personas que les colaboraron en sus campañas, vociferan sobre megaciudades pero han olvidado dar a los trabajadores del aseo urbano guantes con los que acumular y botar la basura de todos, los detalles, lo fastuoso, lo horroroso de todos.

 Lo muy grande en general es indolente.

POR MARÍA CECILIA GHERSI PICÓN. 

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