En un mundo donde Netflix y otras plataformas de streaming parecen dominar nuestras pantallas, uno podría pensar que las salas de cine están condenadas a la extinción. Sin embargo, la realidad es mucho más fascinante y compleja.
Hace poco, mientras disfrutaba de un maratón de series en mi sofá, me encontré con un estudio sorprendente. Investigadores de la revista Information Systems Research descubrieron que, contrariamente a lo que podríamos pensar, los suscriptores de Netflix en Corea del Sur tienden a ir más al cine. Este hallazgo me hizo reflexionar sobre mis propios hábitos de consumo y los de mi entorno.
Aunque el estudio se centró en Corea del Sur, el fenómeno parece extenderse. En Latinoamérica, por ejemplo, hemos visto un aumento del 12 por ciento en la taquilla en los últimos cinco años, coincidiendo con el boom de plataformas en la región.
Pero ¿qué hay detrás de estos números? Una encuesta reveló que 78 por ciento de usuarios de streaming consideran que la experiencia del cine es insustituible.
Este dato resonó conmigo. A pesar de tener acceso a un catálogo casi infinito en casa, sigo sintiendo emoción de sentarme en una sala oscura, con aroma a palomitas flotando en el aire.
Recuerdo cuando, hace unos años, me suscribí a Netflix. Pensé que mis visitas al cine se reducirían drásticamente. Pero, ocurrió lo contrario.
Ahora, mi rutina incluye ver series en la semana y reservar los fines de semana para experiencias cinematográficas. Esta dualidad parece ser la norma más que la excepción. Según datos recientes, 65 por ciento de millennials y Generación Z combinan streaming y cine tradicional.
Este cambio en hábitos de consumo no ha pasado desapercibido para la industria. Los cines están evolucionando, con experiencias más allá de la simple proyección de una película.
En mi última visita a un complejo cinematográfico, quedé impresionado por las nuevas salas 4D y opciones gourmet. Estas innovaciones están dando resultados: las estadísticas muestran un incremento de 20 por ciento en la asistencia a salas premium en el último año.
Por otro lado, las plataformas están explorando nuevos modelos de distribución. Netflix, por ejemplo, ha comenzado a estrenar algunas de sus producciones en cines antes de lanzarlas en su plataforma.
A medida que reflexiono sobre estos cambios, me doy cuenta de que estamos viviendo un momento fascinante en la historia del entretenimiento. Lejos de ser una batalla entre lo digital y tradicional, estamos presenciando una evolución donde ambos formatos se complementan y enriquecen.
Como consumidor, celebró esta diversidad. El streaming me permite explorar un vasto universo de contenidos desde mi hogar, y el cine sigue ofreciendo esa experiencia inmersiva y social.
En conclusión, el futuro del entretenimiento no se trata de “streaming vs. cine”, sino de “streaming y cine”. Es un futuro donde tendremos más opciones, diversidad y, en última instancia, más historias que nos emocionen, que nos hagan reflexionar y nos conecten con otros.
POR ARMANDO KASSIAN
@ARKASMI
EEZ