Ecos De La Ciudad

A 46 años del surgimiento del fenómeno social de las Bandas Juveniles y sus Panchitos. Parte III.

Es el caso de los lomeríos del pueblo de Santa Fe, el Cuernito, Lomas de Becerra, Jalalpa o Barrio Norte, donde por necesidad, sus habitantes iniciaron procesos de acercamiento a las autoridades

A 46 años del surgimiento del fenómeno social de las Bandas Juveniles y sus Panchitos. Parte III.
Humberto Morgan Colón / Ecos de la ciudad / Opinión El Heraldo de México Foto: Heraldo de México

En la pasada entrega, concluíamos con el trato clientelar y oportunistas de diversos personajes políticos que permitieron la invasión de grandes extensiones de barrancas, cañadas y terrenos agrestes, que fueron hacinando a miles de personas en condiciones de marginalidad y pobreza extrema en la hoy alcaldía Álvaro Obregón.

Es el caso de los lomeríos del pueblo de Santa Fe, el Cuernito, Lomas de Becerra, Jalalpa o Barrio Norte, donde por necesidad, sus habitantes iniciaron procesos de acercamiento a las autoridades, para gestionar banquetas, pavimentación, agua potable, alumbrado y servicios públicos como escuelas, centros de salud y centros sociales.

El trabajo de urbanización de aquellos terrenos inhóspitos requirió la unión y participación de líderes naturales, que fueron animando a sus familias, a las de los predios contiguos, de las calles aledañas e incluso de asentamientos más lejanos, para tender drenajes, líneas de agua potable, andadores y calles iluminadas. El esfuerzo colectivo se convirtió en necesidad de vida para lograr la consolidación de nuevas colonias. Estas luchas pronto involucrarían la participación de algunos jóvenes que a la postre llevarían estas formas de organización a sus Bandas Juveniles.

En esos asentamientos de la periferia, particularmente en los del poniente, se vivió un activismo recurrente para solicitar a las viejas Delegaciones y al extinto Departamento del Distrito Federal, servicios e infraestructura urbana. Activismo alimentado por el deseo, pero sobre todo, la necesidad de transformar esos sitios irregulares y de paracaidismo, en colonias con servicios públicos, con calles, andadores, escalinatas, la seguridad de la tenencia de la tierra y la mejora de sus viviendas construidas con materiales precarios como láminas de cartón, maderos y sin cimientos, en espacios habitables y seguros para familias que en promedio contaban con más de 15 integrantes.

De ahí, la necesidad de abrir las expectativas, relacionarse con la autoridad, entre grupos de vecinos y participar en la gestión social. Para luego hacerlo en la política con miembros del PRI, que a cambio de mejoras en las colonias, exigían la devoción y el voto para sus candidatos. Debido a esta abusiva relación, se generó una creciente politización de la comunidad, de la que los jóvenes no fueron ajenos.

Un elemento más a considerar entre las colonias pobres de la ciudad es que mientras los asentamientos irregulares tenían enormes deficiencias en servicios públicos y requerían de la organización comunitaria, sus habitantes eran dueños de los predios donde vivían,  lo que los estimulaba a trabajar más para cambiar sus casas de materiales precarios a construcciones sólidas y cómodas, que albergaran a sus miembros y que los fuesen protegiendo mejor, año tras año, de las inclemencias de la lluvia y el frio.

No obstante que el país vivió la época dorada de su economía a partir de los años cuarenta, en el periodo del milagro mexicano, para la década de los sesenta ya había comenzado su desaceleración. Después la crisis mundial de los años setenta y el espejismo petrolero terminaron por sepultarla, arrastrándola a colapsos subsecuentes en los años posteriores.

Esta atmósfera turbulenta en lo económico y en lo social, fue tierra fértil para que de manera paulatina llegaran a los barrios pobres el marxismo, las historias de la guerrilla de Genaro Vázquez y Lucio Cabañas, de la Liga 23 de septiembre y el malestar por las condiciones en que vivían. Con ello, se gestó el nacimiento de una incipiente conciencia de protesta en contra de la pobreza y de la policía como representante omnipresente del gobierno autoritario, corrupto y represor. Por supuesto, que estos aires de libertad calaron en los jóvenes, particularmente en los más pobres.

Con las condiciones descritas, la primera manifestación de los adolescentes se desarrolló en el corredor territorial que da inicio en avenida Constituyentes, a la altura del Centro de Estudios Científicos y Tecnológicos, Lázaro Cárdenas, la Vocacional No. 4. De esta escuela hacia el oriente, baja hasta la intersección con avenida Observatorio, donde se bifurca y corre paralelamente con Constituyentes.

Del lado norte de las vialidades, se encuentran las tres secciones del Bosque de Chapultepec. En el otro extremo, al margen sur de avenida Observatorio, se localizan las colonias Hidalgo, La Palma, Las Américas, Cove, Bellavista y Tacubaya, contigua a Escandón. La calzada Observatorio es la frontera entre las alcaldías de Miguel Hidalgo y de Álvaro Obregón. La primera se encuentra al norte de la vialidad y la segunda al sur.

En el espacio intermedio formado por las avenidas, se encuentran las colonias 16 de septiembre y América, que colindan con la Escuela Nacional Preparatoria No. 4, “Vidal Castañeda y Najera”, además de la Daniel Garza, que hace frontera con el Anillo Periférico. Colonias construidas como resultado de la ampliación de la antigua municipalidad de Tacubaya, que en 1928 dejo de ser pueblo y se convirtió en otro de los barrios de la ciudad. Extendiéndose hacia el poniente sobre el camino Real a Toluca, a donde paulatinamente llegó una población migrante y pobre, ocasionando el desplazamiento de las familias ricas de la zona hacia las Lomas de Chapultepec y a la Condesa. Desde entonces se creó la leyenda negra de Tacubaya, particularmente en las colonias cercanas al colegio Columbia y al hospital ABC.

Alrededor de 1940, con el auge de las invasiones en la zona, el gobierno del Departamento Central amplió la avenida Observatorio hasta llegar a la entonces llamada Madereros, hoy Constituyentes. Con lo que se propició la urbanización del polígono y 38 años después, fue escenario del nacimiento de las Bandas Juveniles.

Sobre el eje de Camino Real a Toluca, también se fueron conformando diversos asentamientos, desde Las Paralelas, La Unidad Habitacional Santa Fe, El Cuernito, María G. de García Ruiz, Lomas de Becerra, Zenón Delgado, Las Cuevitas y las colonias que hoy conforman el pueblo de Santa Fe, el mismo fundado en 1531 por Don Vasco de Quiroga. El Pueblo Hospital Escuela, inspirado en la utopía de Tomás Moro, donde después se amplificaría el fenómeno social de los Panchitos.  

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