Las mujeres constituyen la mitad de la población mundial. Sin embargo, están notoriamente ausentes en los puestos de toma de decisiones, lo que socava la resiliencia económica, pocos jefes de Estado son mujeres, en México la Dra. Claudia Sheinbaum Pardo ha levantado una gran expectativa, y aunque ellas siguen siendo minoría en los puestos ejecutivos de los directorios y en los cargos de liderazgo, la reducción de la brecha de género en el empleo podría incrementar el Producto Interno Bruto (PIB) per cápita a largo plazo en un promedio de casi un 20% en todos los países.
Hoy en día, alrededor de tres cuartas partes de todos los hombres participan en la fuerza laboral, pero la proporción es de solo 1 de cada 4 mujeres en Asia Meridional, y de solo 1 de cada 5 en Oriente medio y norte de África. Esta brecha de género daña el desarrollo económico, dificulta la asignación eficiente de los recursos, y limita la fuerza de trabajo.
Fomentar la inclusión igualitaria fortalece a las sociedades y las impulsa a tener una mayor resiliencia. Sin embargo, las leyes discriminatorias, la aplicación deficiente y las barreras sociales continúan obstruyendo el progreso de las mujeres y frenando el potencial económico de las naciones.
Al menos en 65 países las mujeres no pueden trabajar en profesiones lucrativas relacionadas con el transporte, las manufacturas, la construcción, el agua, la energía y la minería, sectores que suelen ofrecer remuneraciones más elevadas. Cuando a las mujeres se les permite asumir empleos idénticos a los de los hombres, con frecuencia deben enfrentar una marcada diferencia salarial. En 93 países, aún es jurídicamente aceptable pagar menos a las mujeres por empleos de igual valor.
Sin embargo, no basta con promulgar leyes; también es esencial hacer que se cumplan. Para tener éxito, las reformas económicas dependen de políticas complementarias e instituciones públicas eficaces, al igual que las reformas jurídicas.
Hoy en día, las mayores disparidades legislativas se registran en Oriente Medio y Norte de África, donde las mujeres tienen solo alrededor de la mitad de los derechos legales que los hombres, a pesar de que ciertos países han reforzado de manera significativa las reformas en los últimos años.
Algunas regiones del mundo, en particular África subsahariana, han logrado avances notables. En 2022, el último año del que hay datos disponibles, más de la mitad de todas las reformas se implementaron en el continente africano, y algunos países introdujeron reformas para, por ejemplo, prohibir la discriminación en el acceso al crédito, reducir la violencia doméstica o facilitar a las mujeres el proceso para obtener pasaporte. Como resultado, por primera vez, África subsahariana superó a Asia oriental y el Pacífico en los puntajes de la mujer, la empresa y el derecho. Países de la región de Asia oriental y el Pacífico también llevaron a cabo importantes reformas que abarcaron la introducción de políticas referidas a la licencia parental, la exigencia de la igualdad salarial para las mujeres y la promulgación de leyes para prohibir el acoso sexual.
Lograr mayores avances depende de tener una mejor comprensión de la brecha entre las leyes promulgadas y los resultados reales en el ámbito de los derechos de las mujeres.
Por ello, el Banco Mundial ha puesto en marcha una nueva estrategia con el objetivo de acelerar la igualdad de género y ha elaborado un nuevo conjunto para obtener datos y evidencias sobre la manera de reducir la brecha entre las leyes y los resultados. Por eso también la igualdad de género es un aspecto central de la misión del Banco Mundial de crear un mundo sin pobreza en un planeta habitable.
Las normas sociales desempeñan un papel importante en la desigualdad de género. Por consiguiente, los esfuerzos de los Gobiernos para promover la igualdad deben ir más allá de la legislación.
Es necesario poner en marcha estrategias novedosas utilizando los medios de comunicación, al igual que programas educativos dirigidos a hombres y mujeres. Para dar lugar a una verdadera paridad de género en el mercado laboral y otras esferas, estas iniciativas deben doblegar normas sociales que pueden parecer difíciles de cambiar.
POR LUIS DAVID FERNÁNDEZ ARAYA
ECONOMISTA
@DRLUISDAVIDFER
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