El viernes pasado, en el marco del debate por la aprobación de la ley del presupuesto de Defensa estadounidense para 2024, la mayoría republicana en la Cámara baja descartó un adendo demócrata: la prohibición del uso de recursos y personal militar estadounidense para operaciones en México.
La adición, presentada por la diputada demócrata Nidia Velásquez, de Nueva York, como Jesús “Chuy” García, de Illinois, Joaquín Castro, de Texas y Rasheeda Tlaib, de Michigan, era ciertamente una forma de exhibir políticamente a los republicanos, pero también una señal de la atención que comienza a alcanzar una idea que es política y electorera, pero podría convertirse en un problema.
Los republicanos, en especial los más militantes aliados del expresidente Donald Trump, se quejan abiertamente de que México permite, o es incapaz de controlar, la operación de los cárteles de la droga y en especial el tráfico de fentanilo, que causa cientos de muertos diarios en Estados Unidos.
Para contrarrestarlo, promueven la idea de lanzar operaciones especiales y hasta proyectiles crucero contra refugios conocidos de traficantes. Al menos una resolución para expresar el sentir del Congreso en ese sentido fue presentada a principios de año por el diputado republicano Dan Crenshaw, que propuso también se buscará la cooperación de las autoridades mexicanas.
La idea en todo caso va a ser un punto importante en la campaña electoral estadounidense del próximo año, especialmente en las elecciones primarias republicanas, de enero a julio, cuando en México esté en desarrollo ya la campaña por la Presidencia.
Que tanto peso pueda tener la propuesta de atacar a narcotraficantes mexicanos y que posibilidades tenga de concretarse depende de muchos factores, incluso el éxito electoral de los republicanos en los comicios y las necesidades de la seguridad nacional estadounidense.
Un ataque militar estadounidense contra narcotraficantes en México podría tener consecuencias importantes para la relación. "Sería un cambio de juego geopolítico", dijo el embajador de México en Washington, Esteban Moctezuma.
De hecho, la colaboración entre los dos países es mucho mayor de lo que parece y quedaría en riesgo en más de un sentido.
Para los republicanos, sin embargo, parece una idea con atractivo para sus votantes; después de todo, el narcotráfico y la llegada de migrantes sin permiso son los mismos temas planteados por Donald Trump en su campaña electoral de 2016 y el mismo tipo de posturas asumidas, en busca de publicidad, por los gobernadores de Texas, Greg Abbott, y Florida, Ron DeSantis.
El problema es que el nivel del diálogo político formal entre los dos países puede tener una seria caída en el futuro próximo, debido a las campañas electorales, y crear complicaciones y controversias tanto más sensibles porque se darán a menos de dos años de una evaluación del tratado comercial México-Estados Unidos-Canadá (T-MEC), en 2026.
POR JOSÉ CARREÑO FIGUERAS
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