A sólo 10 días de las elecciones presidenciales en Ecuador, el candidato Fernando Villavicencio, periodista y exdiputado, fue asesinado a tiros al finalizar un acto de campaña en la capital Quito, causando revuelo nacional e internacional dado el contexto sociopolítico que se vive en Ecuador y como este acto, que se ha considerado ya como terrorista, es el resultado de una serie de factores que han llevado a convertir a Ecuador en uno de los países más prósperos, a uno de los más inseguros de la región en menos de 20 años.
La carrera política de Villavicencio se caracterizó siempre por su perfil anticorrupción, mencionaba que Ecuador se había convertido en un “narcoestado”, por lo que planteaba emprender una batalla contra lo que denominaba la “mafia política”, entre los que se incluyen algunos actores de la industria petrolera de aquel país, rubro al que señalaba de estar inmerso en la corrupción desde su etapa como periodista, además de enarbolar una lucha en contra del narcotráfico, lavado de dinero, minería ilegal, así como un saneamiento del sistema de impartición de justicia del país. Un esfuerzo que le llevó a reconocer públicamente amenazas constantes en contra suya, las cuales ignoró.
Hoy Ecuador se encuentra en un espiral de violencia en donde las bandas subversivas, encabezadas por grupos del crimen organizado son los principales responsables. El uso de la infraestructura portuaria por parte de estos grupos se ha ido expandiendo en su estrategia de comercialización con Estados Unidos y Europa de sustancias provenientes de países vecinos como Colombia y Perú. Los principales puertos han sido testigo de episodios de violencia que le han costado la vida a decenas de personas en centros penitenciarios y en las calles. Lo anterior, ha llevado al gobierno a decretar casi una veintena de estados de emergencia apenas desde 2021.
Se ha convertido en una situación límite, la relación entre el narcotráfico, la violencia y la corrupción es un círculo vicioso que se retroalimenta. La presencia de carteles y la violencia resultante debilitan profundamente la vida nacional e institucional, propagando la corrupción y permitiendo que el crimen organizado prospere. Este círculo destructivo crea un ambiente en el que es difícil romper el ciclo y encontrar soluciones sostenibles se vuelve cada vez más una utopía.
“A nosotros esta democracia nos ha costado la vida, defender esta patria nos ha costado la vida y no vamos a permitir una nueva traición.”
POR AZUL ETCHEVERRY
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