“Nos va a tocar desaparecer al PRI del mapa.” Mario Delgado.
Echemos la vista atrás, pongamosla en junio de 2013. Hace diez años ya estaba instalado en Los Pinos el presidente Enrique Peña Nieto y el PRI gozaba de cabal salud, sueños y esperanzas de ostentar el poder por mucho tiempo. Era el tiempo del “nuevo PRI” y sus 20 gobernadores eran una cara “fresca y distinta” del anquilosado tricolor. Todos ellos, apuntalados por el presidente, representaban el ala tecnocrática de un partido que, después de la pausa impuesta por los dos sexenios panistas, había vuelto para ofrecer a la mayoría de los mexicanos un gobierno con respuestas oportunas y modernas.
Sin embargo, poco a poco fueron cayendo en desgracias aquellos gobernadores (hasta el propio expresidente no reside en el país) “los modernizadores y responsables de llevar al PRI a grandes vuelos” y, al mismo tiempo que López Obrador se desligaba del PRD y fundaba el Movimiento de Regeneración Nacional, lo moldeaba para ser su partido político, Morena. En esos tiempos, la persona que vaticinó que en diez años (la fecha actual) el PRI dejaría de gobernar en Colima, Oaxaca o Estado de México, sería juzgado como loco, pero quizá alguien lo dijo. Ahora bien, estoy segura de que absolutamente nadie pudo haber descrito un derrumbe tricolor como el que tenemos hoy en día.
Ya en nuestro tiempo, el lunes nos despertamos con la noticia de que México es gobernado por Morena en 22 estados (sumados a San Luis Potosí y Morelos), es decir dos más que las entidades gobernadas por el PRI hace diez años, lo que representa que casi 8 de cada diez mexicanos tienen un gobierno morenista y que para la contienda presidencial, Morena tiene mucho más recursos que cualquier otra organización política de nuestro país, incluso si hubiese una “gran alianza” de todos los demás partidos, no les alcanzaría con lo generado por Morena en y desde el territorio.
Los apuntes que nos dejaron las elecciones de Coahuila y del Estado de México fueron quizá una foto anterior a la jornada electoral. El abstencionismo fue muy similar a las elecciones más recientes, 43 % en Coahuila y 50 por ciento en el Edomex; las encuestas fallaron, no en señalar al ganador (a), sino en los porcentajes de diferencia, algunas casas encuestadoras decían que Delfina Gómez rebasaría a Alejandra Del Moral hasta por 27 puntos, cifra muy lejana de la realidad, pues Morena ganó en el Estado de México por 9 puntos de diferencia y en Coahuila terminó con diferencia de 32 %, mayor margen que lo señalado; las coaliciones sirven, siempre y cuando haya liderazgo y orden; quizá la mayor lección sea que a Morena se le puede ganar.
Así, el “nuevo PRI” hoy solo gobierna Coahuila y Durango, ambas en coalición. En tan solo diez años el otrora “partidazo” perdió 18 gubernaturas y la presidencia del país, además de cientos de curules, pero sobre todo, la fuerza, el arraigo y liderazgos para poder revertir este derrotero. Por su parte, el partido del presidente ha arrebatado todo vestigio de los dichos de que “no sabe hacer campañas territoriales sin ayuda de AMLO” y está listo para enfrentar las presidenciales del 2024. Hoy el PRI -y todos los partidos opositores-, deberán de dejar de mirar al pasado, analizar el presente y abordar el futuro próximo, si no quieren que en poco tiempo el PRI solo aparezca en los libros de historia.
POR ADRIANA SARUR
COLABORADORA
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