Si los planes “A” del presidente en ocasiones parecen laberintos sin salida, los “B” no tienen ni pies ni cabeza, de los “C”, mejor ni
hablamos.
La Suprema Corte de Justicia de la Nación, que preside la ministra Norma Piña, determinó invalidar la primera parte del denominado plan “B” de la Reforma Electoral del presidente López Obrador. Los ministros votaron a favor de la acción de inconstitucionalidad de la Ley General de Comunicación Social y de la Ley General de Responsabilidades Administrativas por una falta de imparcialidad.
Por su parte, la Consejería Jurídica del presidente, previo al debate, advirtió a la Corte que de invalidar el proceso legislativo del Plan “B” de la Reforma Electoral, se sustituiría al Congreso de la Unión.
Que cinismo y desfachatez de Estela Ríos González, precisamente y atendiendo a la división de poderes, el máximo tribunal judicial funge como un control de constitucionalidad, a fin de garantizar un equilibrio entre los poderes de la unión.
Afortunadamente la Corte todavía funciona como un dique frente a los abusos del poder, hace tan solo unas semanas los ministros
invalidaron una reforma que transfería al Ejército el control operativo y administrativo de la Guardia Nacional.
Habrá que recordarle a la consejera jurídica que la Suprema Corte es el máximo tribunal constitucional del país, por lo que tiene como responsabilidad la defensa del orden establecido por la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos. Todo lo demás que diga sobre la voluntad del pueblo y la mayoría en las cámaras de diputados y senadores, es demagogia.
Para frenar la Corte la primera parte del plan “B” de la reforma electoral, se contó con los votos necesarios de los ministros. Por violaciones graves al procedimiento legislativo, con mayoría de 9 votos, se declaró la invalidez del primer decreto de las reformas político-electorales.
Las ministras que votaron en contra fueron Yasmín Esquivel Mossa y Loretta Ortiz Ahlf, ambas propuestas por el presidente López
Obrador y que seguramente llevaron a cabo estudios en la misma escuela que la consejera jurídica, Estela Ríos.
De la ministra Esquivel se puede entender, no justificar su actuar, es evidente que ella y su esposo le deben mucho al presidente de la República. En el caso de Loretta, es triste ver como terminará su carrera en el más escandaloso ridículo, sin poder justificar su actuar y lo que prometió en todas las comparecencias a las que fue llamada por el Senado al momento de ser nominada en la terna para ocupar el cargo de ministra en la Suprema Corte.
Poco o nada queda de la maestra que me impartió e inculcó el amor por el derecho Internacional Público en la Escuela Libre de
Derecho, a quien siempre admiré y respeté por sus convicciones.
Hoy me doy cuenta de que estas se extraviaron, que quedaron al servicio del poder. Sería recomendable que la ministra Loretta Ortiz escudriñara en la vida del “Caudillo del Sur”, Emiliano Zapata, uno de los líderes más importantes de la Revolución Mexicana y considerado un símbolo de la resistencia campesina.
Tal vez y solo tal vez, le digan algo a la ministra las siguientes palabras atribuidas al líder revolucionario: “Prefiero morir de pie que vivir de rodillas”. O a la mejor le suene más la de: “Quiero morir siendo esclavo de los principios no de los hombres”. Es triste ver a alguien que siempre creyó y defendió sus principios, hoy haciendo malabares para justificar lo injustificable.
POR EDUARDO MACÍAS GARRIDO
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