MEXICANOS PRIMERO

Día de las y los maestros: exigimos milagros, ofrecemos licuadoras

Ser maestro o maestra es una de las profesiones más importantes, pues de ellas y ellos depende la reproducción de la cultura y hasta la continuidad de la civilización

OPINIÓN

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Antonio Villalpando / Columna invitada / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Este lunes celebramos el Día de las y los maestros. Como cada 15 de mayo, la efeméride se presta para que la clase política arme un carnaval con loas, fanfarrias, promesas y algunas prebendas. Para muchas(os) analistas políticas(os), este intercambio clientelar es una amenaza para su concepto de democracia. Para otros, lo importante es que al menos se cumpla la promesa perpetua de la mejora salarial.

Independientemente de cómo percibas esta discusión, es innegable que en México es urgente revalorizar la función docente. Ser maestro o maestra es una de las profesiones más importantes, pues de ellas y ellos depende la reproducción de la cultura y hasta la continuidad de la civilización. Y, sin embargo, además de ser tratadas(os) como ariete político, las y los docentes se enfrentan todos los días al desafío de diseñar experiencias de aprendizaje en un mundo desbocado armados solamente con su pasión y su vocación. Ese compromiso no es poca cosa. ¡Vaya! ¡Es la razón misma de que les queramos tanto! Pero de cariño no vive nadie si no se traduce en oportunidades, recursos y respeto profesional.

Una profesión ingrata

Con las y los maestros sucede algo injusto: depositamos en ellas y ellos las más altas expectativas, pero al mismo tiempo les exigimos desempeñarse en condiciones que demandan sacrificios que a otras personas no les exigimos. Y cuando las cosas andan mal, depositamos en ellas y ellos la responsabilidad. Lo que hacemos como sociedad es fustigarlos por no lograr corregir todo lo que está mal con nosotros, lo que esperamos que hagan a base de aplausos, deferencia y rifas de electrodomésticos. Exigimos milagros, ofrecemos licuadoras y nos enojamos cuando no vemos resultados.

Fíjate en este contraste: hacemos responsables a las y los maestros de terminar el acoso escolar, de resarcir el bienestar socioemocional de sus estudiantes y de llevarles a los más altos niveles de desempeño en matemáticas y lectura. ¿Qué les ofrecemos a cambio? Un salario mediocre, un ambiente laboral donde la promoción vertical a menudo no tiene ninguna relación con su esfuerzo o talento y 85 pesos al año para su formación continua. Si fueras un observador u observadora externo(a), si vinieses de otro país: ¿dirías que en México se valora la profesión docente?

La idea “radical” de que las y los maestros son personas

Con motivo de la efeméride, este año a Mexicanos Primero nos gustaría hacer hincapié en un problema urgente: la atención del bienestar socioemocional de las y los maestros. El mes pasado dimos a conocer un estudio sobre la dimensión socioemocional de niños, niñas y adolescentes (NNA) que puedes consultar en mexicanosprimero.org. Pues bien: las mismas alteraciones del bienestar socioemocional que detectamos en NNA están presentes entre las y los maestros.

Según un estudio publicado en la revista Educational Researcher, las y los maestros presentaron mayores niveles de ansiedad por la pandemia y el confinamiento que, incluso, el personal médico que estaba en el frente de defensa. Esta realidad también la observamos en México, pues algunas estimaciones hablan de que hasta 60 % de las y los maestros aún se debate con dos consecuencias emocionales de la pandemia: ansiedad y depresión. Son estas mismas maestras de quienes esperamos un esfuerzo extra para atender el bienestar socioemocional de nuestros estudiantes, pero parece que olvidamos –empezando por la administración federal y a varios gobiernos estatales— que también son personas, que también vivieron una pandemia y que muchas y muchos no han recibido atención.

Por ello, este 15 de mayo, además de expresar nuestra gratitud, nuestra admiración y nuestro respeto por las y los maestros de México, es necesario demandar que reciban atención socioemocional. Proponemos mecanismos fáciles de implementar: dinámicas de grupo en las escuelas, líneas de atención telefónica y acompañamiento uno a uno, ello especialmente para ayudar a las y los maestros más jóvenes.

Tal vez no sea mucho, pero es más urgente y útil que una licuadora.

A mis maestros Elena y Sandro: mi gratitud eterna.

POR ANTONIO VILLALPANDO ACUÑA
INVESTIGADOR EN MEXICANOS PRIMERO
@AVILLALPANDOA

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