Hace unas semanas el país "tembló". Sus estructuras políticas y sociales se agitaron de tal manera que el himno nacional corroboró su letra "...y retiemble en sus centros la tierra..." por la movilización que se llevó a cabo en la capital del país y otras 100 ciudades en defensa del INE. Los virreyes de parte del empresariado y Claudio X González movieron cielo, mar y tierra y toda la "oposición" se colgó del evento ciudadano que llenó el Zócalo en la CDMX.
Al siguiente día celebraban la muestra de poderío y aquí advertimos la manipulación que sufriría la sociedad, el vacío de la oposición, y el ridículo de los partidos políticos encabezados por el PAN PRI y PRD. Ya que la marcha mostró que hay mucha sociedad y mucho pueblo para tan poca organización política partidaria y evidenció la tan dañina voracidad de la élite de esos partidos. Pues resultó más que evidente después del sorteo para elegir a los nuevos consejeros del INE en la Cámara de Diputados.
De inicio, la renuncia de último momento del señor Edmundo Jacobo Molina cuyo mensaje a la sociedad después del respaldo social fue más que sin sentido: fue soez. Primero obtiene una resolución dentro de un juicio de amparo, la gente sale a las calles a respaldarlo y una vez que regresa al cargo, solo permaneció en funciones unos cuantos días para renunciar e irse a su casa dejando de lado su trayectoria dentro del INE y para que la discusión se dirigiera a la narrativa favorita de Andrés Manuel López Obrador como fue el monto de la liquidación, por cierto aprobada por los mismos que lo criticaron. Bueno, hasta su amigo Roberto Gil Zuarth y Juan Ignacio Zavala lo evidenciaron en un programa de televisión, mofándose de la situación.
La despedida anticipada de Lorenzo Córdova, su reincorporación al Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM -y el cobijo que le dio Diego Valadés, la integración como colaborador de opinión en Latinus, y toda esa serie de actos encaminados a dejar más que en claro a quién pertenecen y en donde están los acuerdos, hicieron que el proceso de renovación del INE fuera carne de cañón para López Obrador y Morena.
Qué movilización ni qué ocho cuartos le llamarían en cualquier colonia al dejar ver sus intereses y no la representación, la protección de su economía y no de las causas de la sociedad que salió a manifestarse, sobre todo principios democráticos tan primitivos que se viven en nuestro país.
Por otra parte Morena corría a evidenciarse por la integración del famoso comité de evaluación, por el resultado de la lista final de participantes en donde familiares como la hermana de la Secretaria del Trabajo e hija de la rebelde dentro de Morena, Bertha Lujan era la "ideal" para la presidencia del órgano autónomo. Ya ni permitieron hablar de la trayectoria de Guadalupe Taddei quien finalmente ganó la insaculación, por el sesgo evidente y falta de capacidad y talento de varios de los competidores, que dejó atrapado en lodo los brincoteos de los "defensores de la patria" Córdova. El desaseo y la deslegitimación del INE y minimizar la marcha era lo que Andrés Manuel buscaba, y la Cámara de Diputados, la oposición, Edmundo Jacobo y Lorenzo Córdova le hicieron la chamba.
Porque la falta de visión, talento y estrategia provocó que el resultado de la insaculación fuera triple para Andrés Manuel López Obrador: por un lado, es patente que sí hay democracia, aunque ésta sea utilizada sólo para los intereses de uno o de algunos, por otro que se queda con la presidencia del INE, que no es cosa menor; y provocó que la famosa marcha haya sido minimizada a verbena popular, con los efectos y consecuencia que pesan sobre la representación social y los partidos políticos. Una más dirán unos, otros, una oportunidad menos rumbo al 2024.
Cuando ocurra lo que tanto anticipamos no culpemos al pueblo o a Andrés Manuel López Obrador, porque ya sabemos a quienes culpar.
Y no es pregunta.
MARTHA GUTIÉRREZ
COLABORADORA
@MarthaGtz
MAAZ
