DESDE AFUERA

1984, pero 40 años después

El gobernador de Florida prohibió los libros sobre raza y diversidad sexual en las escuelas, y se queja de que juntas escolares tratan de obtener provecho

OPINIÓN

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José Carreño Figueras / Desde Afuera / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Cuando George Orwell escribió su famosa novela 1984 sobre un mundo distópico donde el poder de un estado omnipresente, con la capacidad de vigilar y determinar los actos de cada uno de sus ciudadanos a través, entre otros medios, de su ubicua Policía del pensamiento, poco imaginó el impacto que tendría en el imaginario de generaciones futuras.

El libro es crítico ciertamente de las sociedades totalitarias y señala muchas de las características que en su momento fueron parte de la sociedad que los nazis trataron de instalar en Alemania y los bolcheviques en Rusia.

El personaje principal de la novela es Winston Smith, un empleado en el Ministerio de la Verdad y se encarga de reescribir la historia, para actualizar la verdad constantemente y de acuerdo con las necesidades políticas del momento.

Al cabo de varios años, Smith se da cuenta de que los retoques de la historia en los que consiste su trabajo son sólo una parte de una farsa política en beneficio del gobierno y del Partido Único. Uno podría identificar a muchos personajes y situaciones actuales como partícipes de esa fórmula política aunque quién sabe si con ese carácter.

Después de todo, ni Orwell pudo haberse imaginado una empresa de periodismo que se preocupase porque decir la verdad pudiera disgustar a su audiencia y, sin embargo, ese es el fondo del actual juicio por difamación contra la cadena Fox en relación a sus reportes sobre las elecciones de noviembre de 2020. 

Podría ser un Ron De Santis, el gobernador republicano de Florida que prohibió los libros sobre raza y diversidad sexual en las escuelas de su estado, y que ahora, por cierto, se queja de que algunas juntas escolares municipales tratan de obtener provecho y exagerar los alcances de su decreto inicial.

El problema es que el decreto original es tan amplio que, según los bibliotecarios, abarca a 1.6 millones de títulos.

Estaría también don Marx Arriaga, director de Materiales Educativos de la SEP de México que, según una versión periodística advirtió, el pasado 23 de febrero, que los libros de texto que no edite y supervise el Estado serán ilegales.

"El gran reto (de la SEP) es hacer entender a esta gente que se ha dedicado a comercializar la enseñanza, que genera un mercado, mano de obra barata para maquila, para transnacionales, que deje de lado la educación y que permitan que el sueño de la izquierda se haga real: que es que la educación y la cultura llegue a todos los niveles socioeconómicos", indicó.

En otras palabras, nadie más que "nosotros/yo", los que tenemos razón porque somos "los buenos", estamos en capacidad de informar a la gente lo que deben leer y lo que deben creer.

Pero la historia tiene muchas interpretaciones y muchas facetas. ¿Qué debemos aprender? ¿Qué se debe enseñar? Que el gobierno decida enfatizar una faceta no implica la eliminación y mucho menos la desaparición de la otra.

A menos que don Marx, como don Ron, sean versiones vivientes de Winston Smith, pero sin necesidad de ser engañados más que por su propia conveniencia, o convicción, política.

POR JOSÉ CARREÑO FIGUERAS


JOSE.CARRENO@ELHERALDODEMEXICO.COM
@CARRENOJOSE1

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