MIRANDO AL OTRO LADO

La nube oscura de la incertidumbre

El Presidente está activamente convirtiendo a la relación con Estados Unidos en el nuevo objeto de odio nacional. Siempre ha hecho política promoviendo objetos de odio

OPINIÓN

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Ricardo Pascoe Pierce / Mirando al Otro Lado / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Una nube oscura de incertidumbre existe como un manto encubridor sobre la inquieta República Mexicana. Rumores sobre posibles intentonas para retener el poder “a como dé lugar” por parte del partido oficial se entremezclan con pugnas a muerte entre las facciones “transformistas” por ganar la candidatura presidencial de su partido. El militarismo avanza sin freno, careciendo de un mínimo de control civil sobre sus operativos, gastos, proyectos y negocios. Al lado de las fuerzas armadas, o en sintonía con ellas, el crimen organizado se convierte en gobierno de facto en amplias zonas del país a sangre, fuego y dinero.

El Presidente está activamente convirtiendo a la relación con Estados Unidos en el nuevo objeto de odio nacional. Siempre ha hecho política promoviendo objetos de odio: primero fue la mafia del poder, acto seguido fue Calderón y las elecciones del 2006, luego el neoliberalismo, y ahora insta a odiar a los Estados Unidos. ¿Por qué? Porque el objeto de odio incita al espíritu de sacrificio nacional y el amor al deporte nacional de fijarse en otro para no reparar en yerros, limitaciones y deficiencias propias.

Para odiar a Estados Unidos, el Presidente promueve la idea de que debemos creer que el T-MEC amenaza existencialmente a PEMEX y CFE y, por igual, a México. Como respuesta a una supuesta amenaza proveniente del exterior, el Presidente de la República afirma que salvó a esas empresas de su inevitable desaparición. ¿Qué tiene que ver con Estados Unidos? No se sabe, pero la insinuación de que AMLO combatió una agresión artera del exterior es fundamental para infundir el espíritu nacional de lucha contra un enemigo imaginario.

Es, también sugiere, un combate mortal entre David contra Goliat. Esa verdad es vaga e imprecisa, pero ¿qué importa? Lo importante es que el mito se recrea en la mente de los seguidores del movimiento y que crean que el líder hizo algo que nadie más hubiera logrado. ¿Qué hizo, exactamente? Nadie sabe. Lo importante es la idea de heroicidad presidencial. El Superhombre de Nietzsche.

Así pervive la República: de mentira en mentira, en vagas sugerencias e insinuaciones, en la repetición de mitos heroicos nunca verificados, pero publicitados extensamente.

El evento del Zócalo capitalino tuvo como único propósito el infundir en sus seguidores la convicción de que López Obrador superó a Cárdenas, y resiste las pretensiones imperialistas que quieren despojar a México de lo más sagrado de su identidad nacional. La realidad no es muy precisa, pero las emociones son reales. Y, como consecuencia de ese heroísmo ambiguo, el Presidente promueve la idea de que “merece” la continuidad de su proyecto después del 2024. AMLO gobierna evocando emociones, como el miedo al exterior (prueba de ello es que nunca viaja fuera del país) y el odio a lo diferente.

El discurso de este nuevo ultranacionalismo se finca en elementos de fanatismo junto con la pretensión de marcar la pauta discursiva hacia la carrera presidencial del 2024. La idea rebasa el populismo de Trump y Bolsonaro, porque ellos finalmente tuvieron que aceptar sus respectivas derrotas por la solidez de las instituciones electorales.

Pero el caso mexicano puede ser distinto. La captura del INE por parte de Morena al intentar colocar sus “cachirules” en la dirección del órgano promete comprometer gravemente los resultados electorales. Pretende coordinar acciones temerarias de los consejeros militantes del partido oficial en la cabeza del INE, junto con una secretaría de Gobernación activamente creando condiciones de conflicto para poder impugnar los resultados electorales en todo el país.

Parece ser que la intención gubernamental es crear caos y confusión para, luego, imponerse por vías ilegales y violentas “justificado” por una gran crisis nacional.

Sí ese plan de caos y confusión se lleva a cabo, es porque el gobierno no tiene certeza de ganar las elecciones limpiamente y sin objeciones. Es más, el gobierno, Morena y López Obrador ven una verdadera posibilidad de perder la Presidencia en el 2024, a pesar de lo que afirman las encuestas. Es la única explicación del ataque sistemático, violento e ilegal al INE.

El miedo del Presidente a perder el 2024 no se debe sólo a razones políticas o ideológicas. La familia presidencial teme una persecución judicial por sus actos de corrupción y los de sus colaboradores realizados durante su gestión. Dado que son administradores incompetentes, están dejando tras de sí una estela de documentación de sus prácticas cleptocráticas. Tienen razón en temer el juicio de la historia sobre su efímero y caótico reinado.

Este cuadro de imposición se prepara desde todos los ángulos. Eso quiere decir que “harán lo que sea” para no perder las elecciones del 2024, incluso con acciones abiertamente ilegales, como una declaratoria de un Estado de Excepción para anular los resultados electorales, si pierden.

Y para lograr sus objetivos, el Presidente debe contar con la más absoluta lealtad del alto mando de las fuerzas armadas. Esto explica porque ha permitido a los mandos castrenses convertirse en una nueva clase burguesa con vastos intereses económicos, institucionales y personales. AMLO sabe que el dinero puede corromper y volverse lábil a los intereses de un político que necesita de lealtad y sumisión. En eso AMLO no se equivoca. Los empresarios y banqueros han demostrado disposición al someterse a los designios presidenciales.

Todo Presidente mexicano tiene que tomar en consideración a dos poderes fácticos: el Ejército y los Estados Unidos. No es descabellado pensar que si el Ejército está doblegado a los intereses del Presidente, López Obrador podría sentirse con la fuerza para enfrentar a Estados Unidos, neutralizando su capacidad de influir en México. Máxime que ese país estará absorto en su proceso electoral.

Probó ese nuevo tono desafiante a Estados Unidos en su discurso en el Zócalo. Ha estado probando esas narrativas recientemente, con sus amenazas de desestabilizar las elecciones estadounidenses y de desafiar las reglas básicas del T-MEC, además de impedir la acción de organismos como la DEA en territorio nacional para que no actúe contra su “política de abrazos, no balazos”. Esa distancia que pone con Estados Unidos es para poder resistir presiones si decide imponerse ilegalmente en las elecciones del 2024.

Amenazar con intervenir en las elecciones en Estados Unidos logró que aquel país exigiera se respete su soberanía. Con ese argumento, AMLO le dirá a Estados Unidos que no se entrometa en México cuando él desestabilice las elecciones mexicanas, creando las condiciones para declarar nulo un resultado contrario a sus intereses.

La estrategia de AMLO para controlar y dictar los resultados electorales está en proceso de construcción. Todo es incierto, tenso y altamente volátil. Ese es el clima que pervive en todo el país. Es la nube oscura de incertidumbre que envuelve el ambiente nacional.

Ricardo Pascoe Pierce

ricardopascoe@hotmail.com

@rpascoep

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