PORTAZO

La expropiación de las conciencias

Nadie en el país, ni siquiera los opositores más declarados, le puede reclamar al Presidente su patriotismo, aunque nada más sea desplante

OPINIÓN

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Rafael Cardona / El Portazo / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Foto: Especial

Seamos sinceros por una vez frente al mito, el aniversario de la expropiación petrolera (de la industria; no del oro negro llamado petróleo), no le importa a nadie. Quizás a la burocracia de Petróleos Mexicanos (Pemex) o a su sindicato.

También a los adoradores del Tata, Lázaro Cárdenas del Río, cuyo nieto del mismo nombre, por cierto, acaba de ser cesado de la nómina presidencial y consolado con un puesto ínfimo en la intrascendente Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), organismo muy semejante a la Concacaf en el futbol (una asamblea del incurable subdesarrollo), muy lejos de los augurios de quienes lo soñaron convertido en corcholata.

Casualmente, un día antes de la magna concentración convocada por el Presidente con el pretexto expropiatorio, el jefe del Ejecutivo se deshace del último nexo con el ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, a quien apenas, en febrero pasado, puso quieto con un sólo manotazo mañanero. Ahora le toca al nieto.

Hoy se ve claramente el alcance de aquella frase sobre las diferencias políticas y la enemistad.

En dos meses las últimas huellas del cardenismo se fueron al rancho de Palenque, lo cual no evita utilizar, con previsora oportunidad, la imagen nacionalista del michoacano y su memoria de redención soberana, para responderles a los interventores estadounidenses y convertir la enseña patria en envoltorio de la Cuarta Transformación y la Revolución de las Conciencias, gracias a la incesante persuasión de cada mañana, en la expropiación de las conciencias y la recurrente toma del Zócalo (el patio de mi casa, es particular…) para mantener aceitada y en movimiento la maquinaria de esa aplanadora electoral llamada Morena.

La concentración, a la cual el presidente Andrés Manuel López Obrador ha convocado a todos los ciudadanos, a todos los habitantes y si fuera posible hasta a los extraterrestres, fue ordenada como obvia respuesta a las marchas cívicas de quienes se oponen al resquebrajamiento del Instituto Nacional Electoral (INE), pero a lomo de las coyunturas internacionales y con el involuntario auxilio de Estados Unidos, (el caso Genaro García Luna y las iniciativas de intervención), el Presidente ha logrado las tres bandas de la carambola.

Usa las propuestas de dos o tres congresistas y los titulares de algunos diarios gringos (el Chicago Tribune, por ejemplo), como peligros para la soberanía, la cual se apresta a defender, y llama al general Fentanilo para entregarle la custodia de la plaza.

El entorno es más allá de lo favorable.

Nadie en el país, ni siquiera los opositores más declarados, le puede reclamar su patriotismo, aunque nada más sea desplante patriotero.  La bandera se defiende sola.

Y nadie le puede criticar tampoco la celebración de la gesta petrolera. 

Nadie, excepto las finanzas de Pemex, pero esa también es otra cosa.

POR RAFAEL CARDONA

COLABORADOR

MAAZ