Columna Invitada

Vive la experiencia gamer en tu propia ciudad

Por supuesto, la ciudadanía que la habita ha conseguido sortear, miles de obstáculos, hasta ahora; como salir de sus casas cada vez más de madrugada, para ganar a todos los que salen de los nuevos edificios que se construyen

Vive la experiencia gamer en tu propia ciudad
Sara Morgan / Columna Invitada / El Heraldo de México Foto: Especial

Por todos lados escuchamos que tenemos una hermosa Ciudad, y en efecto así es. Una en la que podemos convivir, pero de la cual no salimos invictos, casi ningún día, debido a que existen todo tipo de obstáculos. En gran medida, parece una realidad virtual, porque nos pasan cosas realmente increíbles. Por ejemplo, los que gobiernan, vienen a proclamar democracia y libertad, muy a su estilo, pero en realidad los ciudadanos tenemos que calcular estrategias, para jugar con las nuevas y más difíciles reglas que éstos inventan, bajo estos dos términos. 

Por supuesto, la ciudadanía que la habita ha conseguido sortear, miles de obstáculos, hasta ahora; como salir de sus casas cada vez más de madrugada, para ganar a todos los que salen de los nuevos edificios que se construyen, cada año, tipo Minecraft. Apartar agua en cubetas del mismo tipo o colores para lavar y utilizar en sanitarios tipo Candy Crush. Vigilar de cerca, a nuestro entorno familiar, cuando salen de casa divertirse, para defenderlos de los fantasmas como en Pac - Man. Comunicarnos entre colonias, vecinos, amigas, conocidos, para advertirnos de las coladeras destapadas, asaltos y baches, por nuestras zonas, en las cuales se puede perder la vida, o con mucha suerte, sólo parte de nuestro patrimonio, como en Pokémon. Enfrentar la inseguridad que sufrimos, sin mayores armas que nuestra suerte, ante un servicio público que no es suficiente, ni profesional, para actuar, pero que al igual que la mayoría de la sociedad, tienen un salario minúsculo, castigado cada año con hacer más con menos de todo, como en Mario Bros.

Así que, a nuestra Capital, en lugar de derechos por obligación, nos regala ser parte de un personaje de videojuego en acción. 

Lo que no esperaban, es la valentía de nunca rendirnos. ¿Cómo hacerlo? Si los que vivimos en ella, la consideramos nuestro hogar, y no somos capaces de aceptar que cada día en varias de sus zonas se erosione la dignidad y seguridad de las personas, para hacer de su cotidianeidad una supervivencia que supera cualquier ficción, donde se concentran delitos de la más alta peligrosidad, como la trata de personas, el narcomenudeo, la prostitución, la venta de lo robado, la crónica diaria de agonía de nuestro metro chilango, en donde se disputa el juego de las sillas, o un transporte público privatizado, conducido por una mayoría de cavernícolas, que carecen de decencia y respeto, por los usuarios, donde lo mismo atropellan, vejan, gritan improperios o chocan sus unidades, sin un permiso de circulación, licencia de conducción, seguros de daños contra terceros, autorización de placas, estado mecánico perfecto. Ah, pero no fuera una o un ciudadano decente, al que detengan, porque en ese caso la exigencia, por la mordida o la amenaza de hacer efectiva la ley hasta sus últimas consecuencias, tiene la categoría de una sanción notable.

Esta Ciudad está llena de obstáculos para la gente que respeta el orden, que paga impuestos, obedece las señales de tránsito, labora y estudia de forma incansable,  pero también esas personas crecen en su inconformidad ante tales atropellos, por lo que cada día se detonan videos o constancias gráficas, ya sea a través de sus círculos de contacto o de forma masiva para denunciar todas las anomalías que nos invaden, ya que la palabra y las pruebas contundentes no resultan, suficientes para la acción de autoridad, y que van en contra de los y las que efectivamente violan de forma cínica cualquier tipo de norma.

En atención a lo anterior, se está girando la cortesía a la autoridad de empezar, a emitir un reclamo conjunto que se escuche, y hacerles saber que deben concentrarse en su obligación de hacer, ya que no es ninguna concesión, sino una verdadera obligación, donde lo que menos importa, es la popularidad individual, y lo que se quiere es la eficacia en la forma de resolver los problemas e incentivar mejoras sociales, hacia quienes se deben; que son los citadinos respetuosos, frente a aquellos que falten a las reglas. 

Porque hasta ahora lo que se ha vislumbrado en nuestra Capital es que a las autoridades sólo les interesa vernos sufrir en el juego del calamar.  

POR SARA MORGAN
@MORGANSAREL
CONSULTORA LABORAL
DIRECTORA DE EQUITY JOB LAB

PAL 

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