Malos modos

La Alianza Progresista y otros fichajazos

He descubierto a dos que tres compañeros de militancia medio exaltados, se entiende que en mal plan, con los últimos fichajazos del movimiento, ya avalados por el Segundo Presidente Más Popular del Mundo

La Alianza Progresista y otros fichajazos
Julio Patán / Malos Modos / Opinión El Heraldo de México Foto: Especial

He descubierto a dos que tres compañeros de militancia medio exaltados, se entiende que en mal plan, con los últimos fichajazos del movimiento, ya avalados por el Segundo Presidente Más Popular del Mundo.

Sabrán de lo que hablo: la Alianza Progresista, un destacamento de priistas de toda la vida que de pronto, en las postrimerías del sexenio (les sorprenderá que el Doctor Patán use términos como este, pero es que está aprovechando la temporada navideña para leer narrativa mexicana contemporánea), vieron cómo en su pecho reverdecía el progresismo de sus años jóvenes, esa energía revolucionaria de los que luchan por los pobres, y se fueron al claudismo.

Esta columna, compañeras, compañeros, es para decirles: no hay por qué exaltarse. Más allá de que la lucha por la justicia exige ciertas concesiones a la real politik (el Doctor Patán, que ya les digo que anda en plan cultísimo este cierre de año, les recomienda echarle un ojo a lo que dice Lenin o a la biografía de Fidel, nuestros padres fundadores), y de que una transformación tan radical como la Cuarta, que va, no puede prescindir de recursos tan valiosos como el pectoral de mi Rubalcava o el savoir faire atlacomulqueño de mi Eruviel, que seguramente le va a ser útil a mi Delfi (y vaya que necesita ayuda), la verdad es que no hay nada nuevo bajo el sol, si me permiten el cliché.

Que, para decirlo en términos de la ufología, este dream team del tricolor simplemente llega a la nave nodriza. Al seno materno. A casa.

No, mi Álvaro, no mi monero: no hay que indignarse. Ni siquiera se vale un enojo muuuy matizado como el de mi Violeta. Como ya dijo el Presidente Eterno, no hay nada malo, más bien todo lo contrario, en abrazar la causa de la justicia luego de años de chapotear en los estanques de la truculencia. Todos son bienvenidos a la lucha por los desposeídos.

De hecho, ese es propiamente el origen de nuestro movimiento, o una buena parte sustancial de su origen. No soy de los que cree que el morenismo es simplemente un echeverrismo reloaded. Claro que no: hay también mucha izquierda de viejo cuño en sus raíces, una izquierda que ha traído toda la dignidad de un Noroña, un Martí, un Bejarano, un Macedonio.

Pero es cierto que esta apuesta por los pobres tiene sus otras raíces en aquellos que eventualmente lograron ver la luz, desde nuestro propio líder, forjado en el priismo tabasqueño, o sea, en la versión “Estado Islámico” del priismo, hasta el licenciado Bartlett, que por cierto sigue soltero, y hasta mi Napito, que hace no mucho andaba en las cercanías de un Javidú.

Voy más lejos. Se nos ha olvidado, pero cuando empezó este sexenio glorioso, se coqueteó con la idea de sumar nada menos que al compañero Carrillo Olea. ¿Se les ocurre un caso más contundente de conversión?

Este movimiento, carajo, purifica.

POR JULIO PATÁN

COLABORADOR

@JULIOPATAN09

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