Sin Marcelo Ebrard, Claudia Sheinbaum no ganará la Presidencia de la República, les explico:
En Morena confluyen una pluralidad de líneas de pensamiento ideológico y político que están en constante movimiento y posicionamiento frente a los grandes temas nacionales.
Todas estas expresiones ideológicas se aglutinan, prácticamente, en dos grandes alas al interior del movimiento: una, es una ala que representa una izquierda intolerante, dogmática, facciosa, excluyente, antidemocrática y promotora de un presidencialismo absolutista, más ligado al pasado autoritario y proclive a reprimir las libertades públicas, los derechos humanos y políticos de sus adversarios que califican como enemigos, no adversarios, cuyos edenes de su paraíso son los regímenes de Cuba, Venezuela, Nicaragua y hasta Corea del Norte.
Es una izquierda que tiene la mirada perdida en el siglo pasado y por eso promueve una regresión política para restaurar lo que se llamó la “dictadura perfecta” en México, apuntalando a Morena como partido de Estado montado en los padrones de programas del bienestar como base electoral.
Quieren imponer el pensamiento único, aplastando toda disidencia, crítica o divergencia de opinión interna y externa al movimiento.
Desean vernos arrodillados a todos jurando lealtad ciega y sumisa al poder presidencial.
Esta ala tiene hoy a la doctora Claudia Sheinbaum como su representante.
Su voto duro no es más del 20 % de mexicanos.
En contraste, existe otra ala en Morena de izquierda democrática, progresista, incluyente, tolerante y respetuosa de la pluralidad ideológica de México, en la que estamos identificados las amplias clases medias, agricultores, micro, pequeños y medianos empresarios, profesionistas, maestros, médicos, enfermeras y personal de la salud; las minorías, las feministas y ambientalistas, entre otros muchos segmentos sociales, económicos y culturales, porque entendemos perfectamente que solo podrán salir de la pobreza los 40 millones de mexicanos si impulsamos un nuevo desarrollo económico sustentable, industrial, tecnológico y de innovación científica.
Por lo mismo, promovemos un presidencialismo democrático en un auténtico Estado de Derecho, respetando la división de poderes para que exista una nueva era de justicia, paz, seguridad y prosperidad para todos.
Estamos a favor de la reconciliación entre mexicanos y no continuar la polarización política y social entre compatriotas, porque todos tenemos la misma bandera en común que defender.
Esta ala valora el contexto internacional con una visión geopolítica estratégica para impulsar a México hacia una nueva era de grandeza y prosperidad.
Esta ala democrática y progresista tiene como referente a Marcelo Ebrard.
Más del 50 % del electorado se identifica con esta línea política y fue gracias a su voto que hoy es presidente Andrés Manuel López Obrador.
Y en medio de estas dos alas de pensamiento político e ideológico, están todos los que se acomodan de acuerdo a los vientos que soplan; no tienen principios políticos, solo intereses.
Estos últimos representan un 10 % del electorado.
En la elección presidencial del 2024 tendrán derecho a voto 97 millones de mexicanos, por lo que de continuar la exclusión facciosa del ala democrática y progresista que encabeza Ebrard, los mexicanos contarán con el arma más poderosa que tiene la ciudadanía: su voto.
Si no quieren comprender el alcance estratégico y político del entendimiento que habían tejido Claudia Sheinbaum y Marcelo Ebrard, y si persisten en su soberbia de sentirse ganadores, por más encuestas “patito” que paguen, la exclusión facciosa será la responsable de su propia derrota, porque el pueblo mexicano sí estará dispuesto a rehacer nuestra historia.
Sin embargo, pese a todas las adversidades, aún tengo la esperanza de que Claudia Sheinbaum recapacite y reconsidere su posición frente al reto del futuro inmediato.
Es por México y es por todos.
POR ALEJANDRO ROJAS DÍAZ DURÁN
SENADOR
PAL