La nueva anormalidad

Lo de menos es la militarización

Preocupa que la Guardia Nacional patrulle el Metro. Y ése es el menor de sus problemas

Lo de menos es la militarización
Nicolás Alvarado / La Nueva Anormalidad / Opinión El Heraldo de México Foto: Especial

Cuando menos en el Metro de la Ciudad de México.

No que la Guardia Nacional no sea el Ejército. No que la imagen del Ejército patrullando el transporte colectivo de la capital no tenga redolencias autoritarias, véase dictatoriales, véase distópicas. Y no que no preocupe que un cuerpo de la Secretaría de la Defensa se arrogue el derecho de detener a un ciudadano por dejar caer un celular –o, peor, por protestar contra el gobierno–, aun si por unas horas.

Todo eso, indigno de una democracia, es lo de menos.

Lo es cuando el verdadero problema del Metro son los usuarios que no llegan al destino previsto, sea porque las líneas no funcionan –cosa de todos los días–, porque encuentran un nuevo destino en el hospital –suman 210 los lesionados de las Líneas 12 y 3–, o porque a bordo de él alcanzaron su última morada ­–26 víctimas fatales tuvo la 12, la 3 sumó una más.

La razón de esas vidas segadas, de esos heridos, de ese permanente caos en el transporte público es el mantenimiento. A los usuarios nos da igual si la culpa es de la actual jefa de gobierno, de Ebrard, de Mancera o de Uruchurtu: lo que necesitamos es poder transportarnos con eficiencia y seguridad todos los días.

La estrategia a mediano plazo para ello supondrá repriorización presupuestal, acaso nuevas políticas públicas o movimientos de cuadros; mientras, será urgente atender los focos rojos, escuchar a los trabajadores que lidian todos los días con el complejo y desvencijado engranaje, entender el problema, reorientar recursos de emergencia, acaso apelar a expertos: gobernar que es administrar que es servir.

El gobierno de la Ciudad tiene, en mancuerna con el federal, otra prioridad: construir una narrativa autoexculpatoria en la que los tales siniestros, los tantos heridos y los tantos muertos habrían advenido en razón de un sabotaje –a saber si del sindicato, de la oposición partidista o de todos coludidos; poco importa cuando cabe englobarlos bajo el mote de “conservadores”–, y lo prioritario sería identificar al saboteador. Que para verificar su hipótesis no tengan mejor herramienta que el despliegue público de militares no armados evidencia lo poco que creen en ella: un sabotaje se descubre con trabajo de inteligencia –es decir secreto­–, un militar no armado es poco más que un símbolo.

Un problema por definición técnico –el metro tiene fallas, algunas hasta letales– muta en consigna política –“¡Los enemigos del pueblo nos difaman; defendámonos–, medios y ciudadanos damos voces por la militarización; de los vagones rotos, los trenes descarrilados, los muertos y los heridos ni quien se acuerde, y del mantenimiento cuantimenos.

Lo de menos es la militarización; lo que indigna y angustia es la hiperpolitización de todas las esferas de la administración pública. Tal es el sino de este régimen.

POR NICOLÁS ALVARADO

COLABORADOR

IG: @nicolasalvaradolector

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