El próximo domingo se realizará la primera vuelta de las elecciones brasileñas, en las que según las previsiones, es viable que el expresidente y ahora candidato presidencial Luiz Inácio Lula da Silva, sea ganador y quizá ni siquiera se necesite una segunda vuelta.
Al menos esas son las esperanzas no sólo de los partidarios brasileños de Lula, sino de una buena parte de lo que pasa por izquierda en América Latina.
De acuerdo con Alberto Fernández, presidente de Argentina, "es posible" que, si los resultados electorales coinciden con las encuestas, que dan por ganador a Lula, pueda tenderse una "línea mucho más simple de comunicación y de trabajo" entre México, Brasilia y Buenos Aires.
"Hoy eso es un poco más difícil, porque los gobiernos no están alineados del mismo modo”, al tiempo de reiterar su propuesta de crear una moneda común del Mercosur, que incluye a Brasil, en los próximos años.
"La integración, a través de una moneda común sería maravilloso", opinó Fernández al ofrecer la idea como un contrapeso a la influencia de los organismos internacionales "que nos ayudan poco, pero es mucho más lo que nos castigan”. Fernández, que quizá busque la reelección en 2023, es el más vocal de los jefes de gobierno partidarios de Lula, de 77 años, y considerado por algunos como "el líder que América Latina necesita".
El llamado Grupo de Puebla, que concentra a gran parte del liderazgo izquierdista de la región, presentó a Lula da Silva en agosto una propuesta de ese tipo, a tratar con el nuevo presidente de Colombia, Gustavo Petro, y encuentra eco en señalamientos del presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, en su propuesta de una comunidad hemisférica tipo Unión Europea.
Fue el gobierno de López Obrador el que revitalizó la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) en 2019 y luego entregó, en 2022, la Presidencia pro-tempore a Fernández. Hay sin embargo, algunos problemas enfrente. Aunque Lula da Silva gane la elección, ni Brasil, ni el propio Lula, son los mismos que hace una década. Lula gobernó Brasil de 2003 a 2010, en una era de bonanza económica; ahora encara una economía mundial en problemas y el desafío político de una derecha soliviantada por su rival, Jair Bolsonaro.
Y la realidad es que Lula es brasileño, primero que nada.
Cuenta el académico Guillermo Casaroes, de la prestigiosa Fundación Getulio Vargas, que en buena medida los esfuerzos integracionistas del primer gobierno de Da Silva fueron para bloquear las propuestas estadounidenses de una zona regional de libre comercio, limitar a la que entonces era creciente influencia del gobierno venezolano de Hugo Chávez y su Alianza Bolivariana (Alba) y consolidar la influencia regional del Brasil.
Y entonces, como ahora, la iniciativa brasileña era favorecida por una "marea rosa", similar, pero más homogénea que la actual.
POR JOSÉ CARREÑO FIGUERAS
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