Columna Invitada

Isabel II, ¿fin de una era?

El 8 de septiembre de este año, a mi parecer, se cerró la era del siglo XX con la muerte en el Reino Unido de la Gran Bretaña e Irlanda del Norte, de Isabel II

Isabel II, ¿fin de una era?
Juan Luis González Alcántara / Columna Invitada / Opinión El Heraldo de México Foto: Especial

Los historiadores Matthew Smith Anderson, Geoffrey Bruun y Robert Alexandre Clarke Parker coinciden en algo: el cambio de siglo no está dado necesaria ni exclusivamente por el paso cronológico de una centuria exacta. Bajo un concepto más amplio, el de “las eras o épocas”, que son los ciclos o etapas –como se quiera, sin entrar a discusiones bizantinas– en las que la historia mundial transita y se define mediante acontecimientos tajantes y/o la presencia de personalidades trascendentales y, en ambos casos, hechos y figuras son emblemas de esa era y forjan épocas.

Así, Smith Anderson ataja el siglo XVIII en el período de 1713 a 1789, esto es, el inicio del Siglo de las Luces, del racionalismo y de la Ilustración que se despoja de los atavismos medievales aun persistentes en ese momento y hasta el convulso episodio de la Revolución Francesa. Mientras que Bruun estima que, el inicio del siglo XIX se dio con el fin de las guerras napoleónicas y la Paz de Viena en 1815, hasta el comienzo de la Gran Guerra en 1914. Finalmente, Parker consideró el alba del siglo XX con el fin de esa guerra fratricida en 1918 y con un cierre –a mi parecer anticipado– con el término de la Segunda Guerra Mundial en 1945.

Y al decir de Emerson, los grandes hombres –y mujeres, yo agregaría– representativos definen las eras de la Humanidad. Se han dio ya casi todas las figuras del siglo XX: Churchill, el segundo Roosevelt, Gandhi, Gorbachov, De Gaulle, Luther King, la Madre Teresa de Calcuta, Simon de Beauvoir, Rosa Parks, sólo por mencionar el mundo de la política.

El 8 de septiembre de este año, a mi parecer, se cerró la era del siglo XX con la muerte en el Reino Unido de la Gran Bretaña e Irlanda del Norte, de Isabel II. Sin apologías monárquicas y sin desapegos a las convicciones republicanas, debe reconocerse el papel relevante de la reina por muchos conceptos. El largo período que ejerció como jefa de Estado –superando al de la propia reina Victoria y que se pensó sería infranqueable– cumplió el augurio del himno God save the Queen.

Lo que le permitió ver en primera fila el paso del siglo XX: la Guerra Fría de principio a fin –con todas las expresiones bélicas y conflictivas que tuvo: Corea, Vietnam, Afganistán, la crisis del Canal de Suez y un largo etcétera–; y, desfilaron ante sus ojos todos los personajes de la política, la ciencia, la cultura y el arte. En suma, la pasarela del siglo XX a la vista real.

Isabel II deja un legado de cómo ser una jefa de Estado discreta y respetuosa de una de las institucionalidades más rígidas, sin considerar los costos personales y familiares que eso implicó. Pensar en ella como una figura de mero oropel protocolario es desconocer siglos y siglos de historia y tradición política inglesa que impone a la Corona un papel relevante en el destino de un imperio, pero sin protagonismos, diría el clásico Bagehot.

Todavía las generaciones tempranas del siglo XXI comprendieron la importancia del siglo pasado a partir de la figura de la reina británica y con ella se cierra una etapa. Y así, como hubo una época de oro con Isabel I y una era victoriana, puede decirse sin temor a duda que, Isabel II gestó una segunda época isabelina, que logró para bien o para mal, salvar -por el momento- incluso la monarquía británica.

POR JUAN LUIS GONZÁLEZ ALCÁNTARA
MINISTRO DE LA SUPREMA CORTE DE JUSTICIA DE LA NACIÓN

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