COLUMNA INVITADA

Inconsistencias del Premio Nobel de Literatura

Unos cuantos nombres de los marginados bastarían para desacreditar semejante reconocimiento

OPINIÓN

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Luis Ignacio Sáinz / Columna Invitada / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

El deceso de Javier Marías (20 de septiembre, 1951-11 de septiembre, 2022), notable escritor, traductor y editor, ha abierto una vez más el debate sobre el por qué creadores de primera línea han sido excluidos del galardón por antonomasia dedicado a la literatura, en su miscelánea de géneros, el Premio Nobel. El primero famoso corresponsal de guerra y después exitoso novelista de acción, digno heredero de Emilio Salgari, Arturo PérezReverte ha lamentado que a su colega no se le haya concedido, trayendo a cuento la legión de omisiones que empaña, sin duda, el elenco de los aciertos.

El autor de Corazón tan blanco detona con una frase espléndida el desenlacde brutal de la trama: “No he querido saber, pero he sabido”, así como hacia el final de Los enamoramientos asevera: “No quiero ser como esas voces escritas que a menudo parecen suspiros ahogados, gemidos lanzados por un mundo de cadáveres en medio del cual todos yacemos, en cuanto nos descuidamos”, cumplía con creces todas las exigencias formales y ocultas para acreditarse los laureles de esta recompensa al igual que otros ya desaparecidos, como G. W. Sebald, Italo Calvino, Marguerite Duras y Milorad Pavic, o en activo, Milan Kundera y Goran Petrovic.

Habría que consignar que los jurados que lo otorgan cambian al paso del tiempo, no sólo en la sucesión de sus identidades, sino, sobre todo, en atención a las convicciones e intereses que los animan. Se trata de un comité de miembros elegidos por la Academia Sueca, que puede o no integrar a especialistas externos, habiéndose entregado por vez primera en 1901 al nada memorable escritor francés Sully Prudhomme.

Unos cuantos nombres de los marginados bastarían para desacreditar semejante reconocimiento: León Tolstói, Franz Kafka, Marcel Proust, James Joyce, Marcel Schwob, Ramón del Valle-Inclán, Virginia Woolf, Bertold Brecht, Anna Ajmátova, Stefan Zweig, Alfonso Reyes, Junichiró Tanizaki, Jorge Luis Borges, Lawrence Durrell, Ezra Pound, Marguerite Yourcenar, Vladimir Nabokov o Massimo Bontempelli, por no abrumar.

En ocasiones eliminan a cierto candidato por ser políticamente incorrecto, ya sea por sus simpatías ideológicas de izquierda o derecha, no importa. A veces privilegian algún escritor periférico desde la culpa del colonialismo, del mismo modo que también han solido favorecer a prosistas y poetas europeos y occidentales. Además, resulta inaudita la avalancha de varones y la concentración en ciertas lenguas y naciones. Los criterios que rigen su proceso de selección son ambiguos y se prestan a toda clase de interpretaciones, los definió su patrocinador, el inventor de la dinamita, Alfred Nobel: propiciar “el mayor beneficio a la humanidad” y escribir “en una dirección ideal”.

Como si se tratase de un acertijo de imposible solución.

POR LUIS IGNACIO SÁINZ
COLABORADOR
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