PANORAMA INTERNACIONAL ANÁHUAC

Crisis global de fertilizantes

La humanidad conoció distintas formas de reintegrar al suelo tres nutrientes esenciales: nitrógeno, fósforo y potasio, desde el uso de estiércol hasta la quema de madera para obtener potasas de las cenizas

OPINIÓN

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Juan Arellanes / Panorama Internacional Anáhuac / Opinión El Heraldo de México

Desde que la humanidad comenzó a cultivar, uno de los mayores desafíos ha sido reintegrar los nutrientes tomados del suelo. Aprender a hacerlo fue una cuestión existencial. Tras abandonarse las prácticas de caza y recolección, la agricultura tradicional se convirtió en la principal fuente de alimentos. Una sociedad que no supiera reincorporar nutrientes al suelo se condenaba a la inanición.

La humanidad conoció distintas formas de reintegrar al suelo tres nutrientes esenciales: nitrógeno, fósforo y potasio, desde el uso de estiércol hasta la quema de madera para obtener potasas de las cenizas. A partir del siglo XX, la minería industrial permitió acceder a yacimientos rocosos gigantescos de potasa y fosfatos. Pero la invención del proceso Haber-Bosch fue aún más importante al permitir la síntesis artificial del nitrógeno para crear urea, el fertilizante más utilizado a escala global.

La minería de potasas y fosfatos tiene efectos ambientales negativos. Pero el proceso Haber-Bosch es mucho más problemático. No sólo es la principal causa de la alteración del ciclo biogeoquímico del nitrógeno, sino que además provoca la acumulación de nutrientes en cuerpos de agua, lo que provoca un crecimiento explosivo de algas que terminan por provocar zonas acuáticas muertas, un desagradable proceso llamado eutrofización. Por si fuera poco, el proceso Haber-Bosch utiliza como principal insumo el gas natural, lo que ha elevado el costo de la urea conforme se ha elevado el costo de dicho combustible fósil.

La geopolítica no ayuda. Bielorrusia (sujeta a sanciones internacionales) es uno de los mayores exportadores de potasa. El territorio no autónomo del Sahara Occidental, bajo ocupación colonial de Marruecos, posee las mayores reservas mundiales de fosfatos. Y con la invasión rusa a Ucrania, y las sanciones concomitantes impuestas por Occidente, el mundo se ha quedado sin las exportaciones de fertilizantes de Rusia, el mayor exportador de fertilizantes del mundo. Ante una potencial escasez, China decidió restringir sus exportaciones de fertilizantes agravando aún más las tensiones.

Naciones Unidas ha intensificado sus advertencias sobre la crisis global de fertilizantes y está emprendiendo programas de ayuda para que los agricultores más pobres del mundo, sobre todo en África, puedan adquirir estos insumos vitales. Pero los programas de ayuda son coyunturales. La agricultura industrial global depende de minerales finitos y concentrados, y de procesos tecnológicos contaminantes anclados a los combustibles fósiles.

Por fortuna, en el mundo hay millones de agricultores que aún saben cerrar el ciclo de nutrientes mediante prácticas agroecológicas. Mucho se habla de la transición energética. El mundo requiere con igual o más urgencia una transición agrícola hacia prácticas sostenibles.

POR JUAN ARELLANES
PROFESOR DE GEOPOLÍTICA EN LA FACULTAD DE ESTUDIOS GLOBALES DE LA UNIVERSIDAD ANÁHUAC MÉXICO

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