PASIÓN POR CORRER

Eres de donde corres

De esos lugares conservo grabadas en mi mente imágenes de paisajes, gente, sonidos, olores, incluso recuerdo más de lo visto y sentido mientras corro, que lo escuchado en los tours

OPINIÓN

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Rossana Ayala / Pasión por Correr / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Los corredores siempre tenemos un lugar favorito para correr. Podemos practicar nuestra pasión en donde sea, podemos salir del lugar en que nos encontremos y trotar por lugares desconocidos hasta recorrerlos, y reconocerlos con las piernas y con la mirada, incluso podemos, en ocasiones, correr en fijo en la caminadora, ya sea en casa o en el gimnasio, pero siempre tendremos una pista, un camino o una ruta preferida, que suele ser donde corrimos por primera vez o a donde acudimos con regular frecuencia.

Y es que entre el corredor y el camino siempre se desarrolla una relación especial. Tus pies conocen y reconocen el mismo sendero por el que te mueves habitualmente, tu vista ubica en el recorrido cosas, detalles y situaciones que no verías ni detectarías si no grabaras en tu memoria las imágenes que observas mientras estás corriendo. Así hay corredores que son del Bosque de Tlalpan, otros de Chapultepec, también los hay de Chipinque, de Los Colomos, de Aragón, de La Primavera, de Cuemanco o de cada lugar donde uno o varios corredores hagan suyo el camino y el paisaje.

Otros prefieren las avenidas. Correr por Insurgentes, por la avenida Mazatlán, por Vallarta o López Mateos, por la Angelopolis, por Paseo de la Reforma. Cada lugar por el que corremos se va volviendo nuestro; lo recorremos, lo reconocemos, lo vemos y lo vivimos de una manera diferente, con una mirada que es única porque combina distintos sentidos que actúan al mismo tiempo y nos generan una percepción especial del tiempo, el momento y el espacio.

Durante los viajes que he tenido la fortuna de realizar, a casi todos, llevo mis tenis, y procuro siempre correr un poco por las calles y avenidas de a donde llego. De esos lugares conservo grabadas en mi mente imágenes de paisajes, gente, sonidos, olores, incluso recuerdo más de lo visto y sentido mientras corro, que lo escuchado en los tours.

Por ejemplo, quien haya viajado a Nueva York como turista y después haya corrido su mítico Maratón, ya no ve a la ciudad de la misma manera, porque después de adentrarse 42 kilómetros por sus venas y arterias, nace y se desarrolla un amor especial, íntimo, por la ciudad, lo mismo podrán decir quienes hayan corrido Berlín, París, Boston, incluso, el maratón de la CDMX, seguro recuerdan de manera especial, los lugares, calles, parques que recorrió zancada tras zancada.

Ni qué decir de quienes corren en lugares llenos de naturaleza, sentir en la piel el aire fresco, o el calor de un desierto, sumergirse en hermosos paisajes entre árboles y caminos de tierra y fundirse en ellos, es también otra manera convertir en propios esos lugares, y ser un poco ahí.

Entonces podemos decir que ¿somos de donde corremos? Yo diría que sí, porque uno siempre formará parte de los lugares que ama y disfruta, de dónde tus pies reconocen el camino, de dónde conoces cada tramo y cada detalle, al mismo tiempo que en ese espacio, te conoces a ti mismo. 

POR ROSSANA AYALA
AYALA.ROSS@GMAIL.COM
@AYALAROSS1

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