ALHAJERO

La iglesia insiste

Revisémonos con humildad y reconozcamos en qué hemos fallado, al llegar a estos niveles de criminalidad, pide el obispo emérito Felipe Arizmendi

OPINIÓN

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Martha Anaya / Alhajero / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Han transcurrido 13 días desde el asesinato de dos jesuitas en la sierra tarahumara. La ola de indignación no cesa. Dentro y fuera de los templos, aumentan las protestas. Prelados de distintas zonas del país suman denuncias.

De lado el silencio, los religiosos alzan la voz como pocas veces: Recriminan, demandan, exigen al gobierno federal: ¡Cambien la estrategia de seguridad!

“Los abrazos ya no alcanzan para cubrir los balazos”, lanzó en primera instancia el padre Javier “Pato” Ávila, desde Cerocahui, durante la misa de los sacerdotes asesinados, Javier Campos, “El Gallo”, y Joaquín César Mora Salazar, “El Morita”.

Una vez más en la Caminata por la Paz, el obispo de Cuernavaca y secretario general de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM), Ramón Castro Castro, recorrió este fin de semana las calles de la Ciudad de la Primavera. Pero esta vez reprochó y denunció:

“Nunca será lícito ni legal que la autoridad civil claudique de su responsabilidad en materia de seguridad y paz social, pues para eso tienen el poder y uso legítimo de la fuerza. Abrazos, no balazos, es demagogia y hasta cierto punto complicidad. Autoridades no fallen, cumplan su función, garanticen con hechos la paz”.

El arzobispo de Guadalajara, cardenal Francisco Robles Ortega, reveló que fue detenido por dos retenes del crimen organizado, cuando iba hacia el norte de Jalisco en los límites con Zacatecas. No era la primera vez que esto le ocurría, según dijo

Además, denunció, la mayoría de las parroquias que se ubican al norte de Jalisco deben pedir autorización al “encargado de la plaza” para realizar las fiestas patronales y por añadidura entregar 50% de lo recaudado durante las fiestas.

“No pedimos que maten a alguien con balas, sólo pedimos que apliquen la ley”, respondió el arzobispo ante la acusación del presidente López Obrador de que lo que buscan es el “ojo por ojo”.

Sigifredo Noriega Barceló, obispo de Zacatecas, contó también haber sido detenido en un retén de miembros del crimen organizado cuando se dirigía a Huejuquilla El Alto, pero lo dejaron ir tras identificarse. Relató entonces:

“En Fresnillo (Zacatecas), el comentario de las parroquias en las que he estado es ese: la gente, sobre todo en ciertas colonias se está desplazando forzadamente.  ¿Por qué? Si no pueden pagar el cobro de piso les queman la casa. No hay autoridad que pueda poner orden”.

Felipe Arizmendi, obispo emérito de San Cristóbal de Las Casas, recogió el “¡Ya basta!” de los zapatistas —ahora en voz del episcopado mexicano—, y pidió a su vez: “Revisémonos, con humildad, y reconozcamos en qué hemos fallado, al llegar a estos niveles de criminalidad”.

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GEMAS: Obsequio del arzobispo de Monterrey, Rogelio Cabrera López: “Es necesario que México sea menos violento, que México esté en paz”.

POR MARTHA ANAYA
MARTHAMERCEDESA@GMAIL.COM
@MARTHAANAYA

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