En sus primeros 100 días al frente del Gobierno de México, Claudia Sheinbaum ha puesto un énfasis importante en la educación, manteniendo la línea de continuidad con las políticas implementadas por Andrés Manuel López Obrador. El informe presentado incluye una serie de medidas dirigidas principalmente a la distribución de apoyos económicos y la ampliación de infraestructura educativa, pero también deja ver los desafíos pendientes en materia de calidad educativa, equidad y el fortalecimiento de los actores clave del sistema educativo.
Uno de los pilares de los primeros 100 días de gobierno es la continuidad de los programas de transferencias monetarias a la educación: 410 mil jóvenes de educación superior recibirán becas; 4 millones 100 mil niñas y niños de primaria serán beneficiarios de becas; 4 millones 224 mil estudiantes de preparatoria tendrán acceso a una beca; 5.6 millones de adolescentes en secundaria pública recibirán la beca “Rita Cetina”, un nuevo programa que busca reconocer el derecho de todos los estudiantes de secundaria a contar con un apoyo económico.
Estas cifras reflejan una intención clara de universalizar las becas educativas y garantizar que ningún estudiante quede excluido por razones económicas. Sin embargo, es necesario preguntarse si el enfoque en las transferencias monetarias está acompañado de estrategias efectivas para mejorar el aprendizaje y las condiciones de enseñanza en las aulas.
En el informe de 100 días también destacó iniciativas para aumentar la cobertura educativa construyendo 20 nuevas preparatorias y la ampliación de 65 planteles en 59 municipios de 30 estados, con lo que se prevé crear 40 mil nuevos lugares en educación media superior. Además, se anunciaron mejoras en infraestructura a través del programa La Escuela es Nuestra, que beneficiará a 174 mil escuelas con recursos para mejorar instalaciones. Este programa, al igual que "La Clínica es Nuestra", pretende vincular las comunidades con los servicios básicos de educación y salud.
Aunque los anuncios reflejan un compromiso con la ampliación de la oferta educativa y la inclusión, quedan pendientes desafíos estructurales que no han sido abordados con suficiente claridad como los salarios docentes en México que siguen siendo insuficientes para garantizar una vida digna y atraer a los mejores perfiles al sistema educativo. Sin una política seria de mejora salarial y de condiciones laborales, difícilmente se podrá fortalecer la calidad de la educación.
Por otro lado, el enfoque en la entrega de becas y ampliación de infraestructura es positivo, pero no debe ocultar un reto mayor: el desempeño académico de las y los estudiantes. México sigue ocupando los últimos lugares en evaluaciones internacionales de aprendizaje, y poco se ha dicho sobre cómo mejorar las estrategias pedagógicas, el acceso a recursos educativos de calidad y la formación continua de los docentes.
Adicionalmente, es necesario ir más allá de la lógica de la calificación y avanzar hacia un modelo educativo que fomente el reconocimiento del talento, la creatividad y las habilidades socioemocionales. ¿Cómo garantizar que las y los estudiantes no solo permanezcan en la escuela, sino que también encuentren en ella un espacio para desarrollarse plenamente?
Por último, los programas de becas buscan reducir la brecha económica, pero es fundamental asegurar que las políticas educativas también atiendan otras dimensiones de la desigualdad, como las diferencias de género, origen étnico y contexto geográfico. La educación no debe reproducir las desigualdades sociales, sino contribuir a cerrarlas.
El discurso de Sheinbaum recalca que “la educación es un derecho, no un privilegio ni una mercancía”. Si bien esta afirmación es clave para garantizar la gratuidad y la accesibilidad, es importante recordar que la educación no pertenece al gobierno, sino a la sociedad. Las comunidades, las familias, los docentes y los estudiantes son los verdaderos actores de la transformación educativa y cualquier política debe tener en cuenta sus voces y necesidades.
Los primeros 100 días del gobierno de Claudia Sheinbaum han mostrado una clara voluntad de continuar con las políticas de transferencias económicas y expansión de la infraestructura educativa iniciadas por su predecesor. Sin embargo, el verdadero desafío radica en garantizar una educación de calidad, que no solo asegure la permanencia de los estudiantes en las aulas, sino que también fomenta su aprendizaje, desarrollo y preparación para un mundo en constante cambio.
El país enfrenta una enorme deuda educativa que no se resolverá únicamente con programas sociales. Es momento de colocar en el centro de la política educativa a los docentes, el aprendizaje y la equidad, y recordar que la educación es un proyecto colectivo que debe involucrar a toda la sociedad.
POR PATRICIA VÁZQUEZ DEL MERCADO
Presidenta Ejecutiva de Mexicanos Primero
@patvazher
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