Aunque faltan dos años para la elección presidencial de 2024, este fin de semana militantes, dirigentes y corcholatas de Morena se enfrentarán en una de las batallas internas más cruentas desde la fundación del partido.
Se trata de la elección de los representantes de los 300 comités distritales del instituto político en todo el país, proceso que a simple vista no dice mucho, pero esos funcionarios partidistas son los que tendrán a su cargo la elección de su candidato o candidata presidencial.
Como bien lo adelantaron el presidente Andrés Manuel López Obrador y el propio dirigente nacional de los guindas, Mario Delgado, la elección de su abanderado se hará mediante una encuesta.
Pero no será uno. Serán dos los sondeos. Uno se hará entre la población en general, y, el segundo, entre los tres mil representantes de los 300 comités distritales del movimiento en todo país, y la corcholata que tenga más saliva, es decir, más simpatizantes, traga más pinole.
Ahí es donde se fijan las altas expectativas sobre el ejercicio del fin de semana en todo el país.
Pero tan broncos como son (sobre todo los que se dicen más puros o duros), algunos morenistas advierten que hay infiltrados de la oposición para inclinar la balanza.
Lo cierto es que no necesitan mucha ayuda. Solitos tienen la fuerza para generarse problemas, y más cuando lo que está en juego es la mismísima candidatura presidencial.
Por esa razón, lo que veremos será una pelea campal en Morena.
Las estructuras de Claudia Sheinbaum, Marcelo Ebrard y Ricardo Monreal, sobre todo, echarán toda la carne al asador para obtener el mayor número de espacios posibles.
Los tres tienen de dónde echar mano, aunque personajes como John Ackerman anuncian dados cargados.
Sea como fuere, AMLO y Morena están ciertos de que las encuestas, una pública y otra entre la militancia, son la mejor alternativa para elegir a su abanderado.
Están dispuestos a pagar el costo por una democracia interna que no existe, porque todavía no entran a la cancha y los contendientes ya están reclamando por las faltas.
El gran desafío es la ausencia de AMLO en la organización, y, cuando el gato está ausente, los ratones salen de fiesta.
Lo real también es que llegó la primera oportunidad para que las corcholatas muestren el músculo. Y ya después, el 6 y el 7 de agosto, volverán a medir fuerzas en la elección de los integrantes de los 32 comités estatales.
Mientras que 17 y 18 de septiembre se elegirán consejeros nacionales, así como la presidencia del consejo y se renovarán algunas carteras del CEN, excepto la presidencia y secretaría general.
En pocas palabras: habrá muchos cargos en disputa, pero los aspirantes a ocuparlos pululan como hongos en temporada de lluvia, y es ahí donde las corcholatas mueven carretadas de postulantes.
Tan es así, que hasta se les cayó el sistema para el registro de aspirantes a consejeros nacionales en la CDMX, despertando enojo y sospechosismo entre tribus y personajes de amplia prosapia.
Hubo tres correcciones hasta que aparecieron, como aspirantes a consejeros nacionales, nombres como el de Martí Batres, Adán Augusto López, Dolores Padierna, Armando Quintero, Francisco Chíguil, Clara Brugada, José Carlos Acosta y Judith Vanegas, entre otros. Pero dejaron fuera a René Bejarano, quien en la segunda sí aparecía.
Por si eso no fuera suficiente en el coctel explosivo que preparan los morenos, van al menos 60 juicios interpuestos por militantes que exigen espacios en el Congreso Nacional.
Y esto es sólo el principio, porque del proceso del fin de semana dependerá, en gran medida, el futuro de las corcholatas de la 4T. Y tendremos que estar preparados para ver de todo, menos una civilidad política pura y verdadera.
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Y como dice el filósofo… Nomeacuerdo: “No basta con que yo triunfe, los demás deben fracasar”.
POR ALFREDO GONZÁLEZ CASTRO
ALFREDO@ELHERALDODEMEXICO.COM
@ALFREDOLEZ
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