COLUMNA INVITADA

Paolo Grossi, el jurista que redescubrió la luminosidad de la Edad Media

Sin duda, una enorme pérdida física e intelectual, pero Paolo Grossi nos lega una obra perenne, clásica y actual a la par que, como un moderno Diógenes de Sinope, alumbra la penumbra del medioevo y recuenta la mitología de la modernidad

OPINIÓN

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Juan Luis González Alcántara / Columna Invitada / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

El pasado 4 de julio, la Corte Constitucional italiana anunciaba con pesar el fallecimiento de uno de los juristas más importantes de entre siglos: Paolo Grossi.

Más allá de haber sido juez de este importante tribunal desde 2009 y de haberlo presidido durante dos años (2016-2018), el profesor florentino destacó indudablemente por las aportaciones académicas y por las contribuciones a la dogmática histórica del Derecho.

Es en este aspecto en el que el nombre de Grossi luce con brillo propio. Se enfocó con un interés especial en la historia del Derecho con dos tópicos específicos: la Edad Media e Italia.

Y sobre ambos temas escribió dos espléndidos libros que, pese a no tener más de treinta años de haber sido publicados, se han vuelto ya referentes clásicos para comprender histórica y socialmente al Derecho de la Europa medieval y la construcción de la ciencia jurídica italiana.

En L’ordine giuridico medievale con pluma ágil y estilo ligero, pero de fondo contundente y sumamente interesante, Paolo Grossi nos quita la venda de los ojos al desmitificar el supuesto oscurantismo, la parsimonia mental y el anquilosamiento intelectual de la Edad Media. Reflexiona sobre un corpus jurídico que, como tal, es integral y dinámico y que funciona como un mecanismo prácticamente vivo, socialmente inherente y con una cosmogonía propia. Pretender una comprensión del Derecho medieval europeo con ojos contemporáneos es un error garrafal, como del mismo modo un individuo de la Florencia del siglo XIII pretendiera subsumir racionalmente el fenómeno jurídico del siglo XXI.

Frente a los apologistas enorgullecidos de la codificación napoleónica, Grossi levanta la voz, con estilo y tranquilidad, para advertir que el racionalismo pretendido por el Emperador en sus códigos trastocó todo un ecosistema jurídico y un modo de vida social secular: los estamentos gremiales, las relaciones comerciales y de familia y el orden político que, en conjunto integraron el corpus iuris medieval.

Como profesor de la Universidad de Florencia daba clases magistrales de Historia del Derecho Medieval y Moderno y a partir de esas conferencias –de las que en México tuvimos la fortuna de escuchar en las honrosas visitas que realizó– escribió Scienza giuridica italiana, un profilo storico.

No sólo como italiano, sino como florentino, Grossi identificó a su país natal como heredero evidente de la tradición jurídica europea. Pero, a diferencia de otros autores, no se dedicó a los caminos ya conocidos del Derecho Romano y sobre el Medioevo ya lo había explorado como se ha visto. El perfil histórico-jurídico de Italia que esboza Grossi tiene un período delimitado con toda intencionalidad: de la consolidación de Italia como nación en 1860 hasta 1950 en que se han asentado las turbulencias de la Segunda Guerra Mundial e inicia la república.

Sin duda, una enorme pérdida física e intelectual, pero Paolo Grossi nos lega una obra perenne, clásica y actual a la par que, como un moderno Diógenes de Sinope, alumbra la penumbra del medioevo y recuenta la mitología de la modernidad.

POR JUAN LUIS GONZÁLEZ ALCÁNTARA
MINISTRO DE LA SUPREMA CORTE DE JUSTICIA DE LA NACIÓN

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