MALOS MODOS

Cosas que comparto con la 4T

Dediqué algunos días a encontrar aquello en lo que coincido con la 4T, esos pequeños regalos de la vida que tal vez compartamos un día

OPINIÓN

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Julio Patán / Malos Modos / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Más que nunca, hoy, en un México desgarrado por la polarización, es importante encontrar todo aquello que nos une. No hablo de los grandes temas: la economía, la seguridad, la salud, la energía. Ahí, me temo, estamos condenados al desencuentro.

Pero la vida está llena de pequeñas cosas, como nos enseñan esos líderes de opinión que lueguito de una matanza publican fotos de los huevos con machaca de su desayuno, y a veces así, en las pequeñas cosas, es posible encontrarse y cerrar las grietas que nos separan.

Con esa vocación, he dedicado algunos días a encontrar aquello que en que coincido con la 4T, todos esos pequeños regalos de la vida que tal vez compartamos un día, en un México que cerró sus heridas y se encontró en la fraternidad universal.

No fue fácil. “Empecemos por la música”, me dije, y pues no: prefiero una guerra civil que mandarme un concierto de Silvio
Rodríguez.

“La cultura en general”, dije enseguida, pero tampoco va por ahí la cosa. Quiero decir, hay un límite a mi pasión por los huipiles. “La historia”, me dije enseguida. “Comparto el interés por la materia no sólo con el Presidente, sino incluso con Beatriz Gutiérrez Müller, a la que he notado que en los medios llaman justamente “la historiadora” y “doctora”.

Tampoco: no he logrado quitarme los prejuicios hacia el fascismo italiano y tengo demasiados orígenes españoles para el paladar
aztequista predominante.

Empezaba a desesperar, porque no hay dolor más profundo que el de la concordia que no llega, cuando di con la primera nota: la comida. Lamento que el Presidente, a últimas fechas, haya dejado de publicar videos con fritanga. No 24/7, porque carezco de su constitución keniana, pero sin duda sé disfrutar de una tlayuda o de la muy morelense cecina de Cuatro Vientos, por mucho que uno se la coma con la angustia de que lo vaya a agarrar un fuego cruzado del narco.

Sí, la comida es un punto de encuentro. Sin embargo, tiene límites bien definidos. No es sólo la imposibilidad de “manducarse” ocho kilos semanales de garnachas. ¿Recuerdan la paella que se echaron los moneros en Palacio Nacional? Sí, compartimos ese gusto.

Pero soy incapaz de concebir una paella sin vino, y en Palacio, claramente, tienes que pasártela con agua de jamaica o atole de
fresa. Imagínense: paella con atole, más esos chistoretes. Prefiero una endodoncia.

Desde luego, no es sólo la comida. Me puse a ver las imágenes de la visita a Biden y encontré otro punto de encuentro: a mí también me gusta viajar cómodo, para vergüenza no del pueblo mexicano, que no me conoce, pero sí de mis seres queridos. No importa.

Lo de la pijama negra de la doctora me parece excesivo, pero podemos encontrar un punto medio, como los pants con Crocs.
Hagan el mismo ejercicio: busquen lo que nos une. Otro mundo es posible.

Amor con amor se paga.

POR JULIO PATÁN

COLUMNISTA

@JULIOPATAN09 

MAAZ

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