MEXICANOS PRIMERO

Inclusión contra la violencia escolar

No hay recetas mágicas y se necesitan políticas públicas, pero lo que más necesitamos es un cambio de mentalidad

OPINIÓN

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Laura Ramírez / Columna Invitada / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Hemos presenciado un aumento preocupante en casos de violencia escolar: desde estudiantes que amenazan con el uso de armas hasta casos aberrantes como prender fuego a un compañero. Es urgente una estrategia enfocada en la convivencia escolar; había un programa dedicado a este rubro, pero en el presente sexenio lo dejaron sin presupuesto. 

Existe la idea de que la violencia escolar se combate con revisiones de mochilas o que depende exclusivamente de las familias. No hay recetas mágicas y se necesitan políticas públicas para la formación de docentes y directivos, pero quizá lo que más necesitamos es un cambio de mentalidad.

En la sociedad existe la creencia de que el acoso es normal, que siempre ha sucedido, y que incluso fortalece el carácter de niñas, niños y jóvenes (NNJ); en ocasiones, los adultos nos reímos de la burla o la minimizamos pensando que “son cosas de niños”. 

Creemos que inclusión es únicamente recibir en la escuela a estudiantes con alguna condición de discapacidad y que los valores se inculcan en casa, porque la escuela es sólo para contenidos académicos.  

No es así: el acoso escolar o bullying es una forma de maltrato que puede dejar secuelas psicológicas en quien lo padece, y para combatirlo hay que trabajar con las y los agraviados, pero también con aquellos estudiantes que lo realizan y con la comunidad escolar, para generar estrategias contextualizadas que contemplen la salud socioemocional de estudiantes, familias y docentes. También es importante considerar la posibilidad de canalizar casos complicados, especialmente cuando se identifica violencia en el hogar.  

Y lo más importante es ver a la inclusión como la posibilidad de garantizar a cada estudiante el derecho a estar, aprender y participar sin importar su origen socioeconómico, étnico, condición física o lugar de procedencia; es trabajar con las NNJ para que valoren la diversidad, es enriquecer la comunidad escolar cuando llega un estudiante migrante o hay en el aula una estudiante indígena. Que el peso corporal, el uso de anteojos, hablar una lengua indígena o tener una identidad sexual diversa no sea motivo de segregación, y menos aún de violencia. 

En tercer lugar, la idea de que “la escuela enseña, pero la casa educa”. Los seres humanos no podemos fragmentarnos, aprendemos valores en cada interacción que tenemos con otros, desde que nacemos y durante toda la vida. Aprendemos cuestiones académicas en diferentes interacciones cotidianas; por ejemplo, a sumar cuando vamos a la tienda o a leer cuando la abuela nos lee un cuento, no puede haber fronteras, la educación es un asunto de todas, de todos, y es tan importante el interés de las familias para que en casa se aprenda a ser respetuoso e incluyente como que en la escuela se refuercen las competencias cívicas que nos permiten vivir en comunidad. 

La violencia en la escuela es indicativa de lo que vivimos en nuestra sociedad, pero es también una oportunidad de revertirla y vivir en paz; una convivencia armónica es fundamental para nuestras NNJ, y hoy es tarea de todas y todos.

POR LAURA RAMÍREZ
DIRECTORA DE ACTIVACIÓN DE AGENTES EN MEXICANOS PRIMERO
@LAURAMI0316 

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