COLUMNA INVITADA

¿Hospitalidad o servilismo mexicano?

Es cierto que México depende bastante del turismo extranjero

OPINIÓN

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Ignacio Anaya Minjarez / Colaborador / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: El Heraldo de México

Es cierto que México depende bastante del turismo extranjero, a tal grado que en varias zonas turísticas del país se vive un proceso de transformación conforme a las necesidades del extranjero: la comida se vuelve más apetecible para su paladar, los trabajadores de los hoteles y restaurantes deben hablar inglés, se aceptan pagos en dólares, y, aunque no lo queramos ver, en muchos casos se le da preferencia al estadounidense o europeo que al propio mexicano.

Si algo nos gusta presumir a varios mexicanos es la enorme hospitalidad que les brindamos a los extranjeros en nuestro país. Bueno, cabe aclarar que principalmente al estadounidense o europeo. No le quieran preguntar a un centroamericano qué tan hospitalarios somos. Pero regresando a esta supuesta cualidad nuestra, resulta pertinente referenciar unas palabras sobre los mexicanos que hizo una mujer estadounidense a finales del siglo diecinueve:

“Eran de tez morena, con cabello negro, ojos oscuros, y, de hecho, con todas las características que yo había llegado a considerar como típicamente mexicanas. En todos ellos he observado la misma suavidad de comportamiento, y trato cortés, que con tanta fuerza me había ya impresionado en la ciudad entre todas las clases”. La escritora de nombre Fanny Chambers publicó en 1887 un libro titulado Face to face with the mexicans.

Sus palabras son recuperadas por el historiador Gabriel Poot Mejía en su texto Los Mexicanos: en el espejo del Porfiriato y la Revolución (2010) para mostrar el asombro que en ese entonces sentían los extranjeros con la hospitalidad mexicana. Esta cualidad, la cual seguimos presumiendo, era vista para muchos viajeros como una cuestión inherente dentro de las costumbres mexicanas, sin importar la clase social, según apunta Gabriel Poot.

Regresemos a la actualidad y veamos este ideario de hospitalidad, que al parecer sigue vigente. Está claro que para varios este concepto representa la manera de comportarse (o deber comportarse, dirán algunos) del mexicano con el viajero. ¿Hasta dónde llegan estos límites?

Es cierto que México depende bastante del turismo ajeno, a tal grado que en varias zonas turísticas del país se vive un proceso de transformación conforme a las necesidades del extranjero: la comida se vuelve más apetecible para su paladar, los trabajadores de los hoteles y restaurantes deben hablar inglés, se aceptan pagos en dólares, y, aunque no lo queramos ver, en muchos casos se les da preferencia a los estadounidenses o europeos que a los propios mexicanos.

Esa famosa hospitalidad suele confundirse con un servilismo hacia quien proviene de fuera del país; con preferencia al estadounidense o europeo. De esta manera, se puede entender por qué muchos republicanos, a pesar de sus políticas migratorias y comentarios racistas, pasan sus vacaciones en lugares como Cancún o Los Cabos.

No aceptan al mexicano que buscar un mejor futuro en su país, solo al que existe para servirles en hoteles y playas. Más que culparlos a ellos, hay que mirarnos a nosotros, echarnos una introspección, saber separar lo que significa ser hospitalario con el vecino, sea interno o externo, y entender a darse a respetar frente al turista.

POR IGNACIO ANAYA

@IgnacioAnay

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