El reciente registro redoblado de camiones cargueros por la Policía de Texas que semibloqueó cruces con los estados mexicanos de Nuevo León, Chihuahua, Coahuila y Tamaulipas pudo haber costado tanto como nueve mil millones de dólares a la economía estadounidense y otra vez puso de relieve la importancia política que asume la frontera común.
La región, que va del Golfo de México al Pacífico en una línea de más de dos mil 900 kilómetros de largo, se plantea como un punto de fricción entre los dos países a los que la vecindad obliga a cooperar, pero con circunstancias políticas domésticas que, a querer o no, los llevan a problemas.
Los temas son siempre los mismos y sólo varían en orden de importancia en un momento dado: migración, tráfico de drogas, trasiego de armas y dinero en efectivo, inseguridad, medio ambiente (en especial agua) e infraestructura.
Son problemas que se pueden resolver con cooperación, pero con más frecuencia que no, se impone la conveniencia política inmediata. De acuerdo con las autoridades estadounidenses, desde octubre pasado, más de un millón de personas fueron arrestadas al tratar de cruzar la frontera sin documentos, un aumento que no se veía hace años.
Así, el gobernador de Texas, Greg Abbott, anunció parte de lo que viene cuando la semana pasada ordenó que la Policía estatal hiciera inspecciones propias de los camiones de carga que llegan desde México en busca de drogas y narcóticos.
El impacto económico y político se dejó sentir de inmediato y sus proclamas de "triunfo" recibieron críticas tanto desde México como en los propios Estados Unidos.
La iniciativa fue un semifracaso, como otras antes que ella y montadas también por gobernadores de Texas (Abbott incluido) con ambiciones políticas, con más impacto por el ruido provocado que por sus resultados.
Pero la idea deja marca en la relación, sobre todo, como antecedente de lo que se puede esperar en la ya inminente temporada electoral 2022, cuando los republicanos tienen esperanzas de reconquistar la mayoría en las dos cámaras del Congreso federal, como prolegómeno al posible retorno de Donald Trump a la Presidencia estadounidense, en 2024.
Para nadie es un secreto que justamente los temas de migración y narcotráfico, tanto como la idea de inseguridad en la frontera, van a ser una parte importante de campañas como la de Abbott, que aspira a la reelección en Texas, como de los comicios legislativos.
Y eso será meramente la preparación para 2024, cuando se espera que Trump se presente y otra vez haga hincapié en los problemas de la frontera con México para promover su nueva elección a la Casa Blanca.
Pero esa posible elección incorpora el recuerdo de declaraciones en las que se ha preguntado por qué Estados Unidos no puede hacer en México lo mismo que los rusos en Ucrania, o amenazado con presiones económicas para agilizar la cooperación mexicana en el control del tráfico de personas.
POR JOSÉ CARREÑO FIGUERAS
JOSE.CARRENO@ELHERALDODEMEXICO.COM
@CARRENOJOSE1
MAAZ
SEGUIR LEYENDO:
Frontera México-EU y los intereses políticos
Reforma Eléctrica: un fracaso útil