HANNOVER

I de Industria va con I de Inclusión

"Nuestra capacidad para alcanzar la unidad en la diversidad será la belleza y la prueba de nuestra civilización", Mahatma Gandhi.

OPINIÓN

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Itziar Gómez Jiménez / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Marzo es un mes que nos invita a la diversidad y la inclusión. Por un lado, celebramos el pasado 1 de marzo el Día de la Cero Discriminación que busca promover la igualdad y la justicia ante la ley. Por otro, en unos días se celebrará el Día Internacional de la Mujer, conocido mejor como #8M.

Ambos hitos abren un espacio para reflexionar sobre el estatus de la Diversidad, Equidad e Inclusión (DEI) en los entornos laborales; particularmente, en aquellos relacionados con la industria. ¿Qué significa DEI realmente? Es la abreviatura de diversidad, equidad e inclusión. En pocas palabras, la diversidad es la presencia de la diferencia que puede ser de raza, género, religión, orientación sexual, etnia, nacionalidad, nivel socioeconómico, idioma, (dis)capacidad, edad o perspectiva política, entre otras. La equidad es el principio que promueve la igualdad de derechos, la justicia y la imparcialidad. La inclusión es el resultado de crear un entorno que garantice que aquell@s que somos divers@s nos sintamos parte de una comunidad. Los tres valores no siempre se encuentran presentes al mismo tiempo en un entorno laboral. Es decir, puede haber diversidad, pero no siempre hay inclusión.

En los últimos años hemos constatado que estas palabras no pueden verse como términos de moda, sino que deben ser un compromiso genuino de las industrias. En ese sentido, para que tengan permanencia en la cultura laboral deben reflejarse en todos los niveles de la organización, tener algún método de seguimiento de objetivos y rendición de cuentas, ser auténticos, incorporar las voces de las comunidades que representan y tener continuidad. Es decir, deben impulsar un entorno DEI auténtico y duradero que fortalezca el respeto como la principal prioridad.

Las cifras de la importancia de la DEI para las industrias son muy esclarecedoras sobre la relevancia que tienen no solo en materia de responsabilidad social, sino también en cuanto a rentabilidad se refiere. De acuerdo a un estudio de McKinsey, las empresas con más de 30% de mujeres en sus equipos directivos tienen cerca del doble de probabilidades de éxito en comparación con aquellas que tienen un porcentaje menor. Derivado de que los corporativos y pymes han descubierto el valor de la DEI como motor económico y de innovación, muchos corporativos están invirtiendo en programas de género, diversidad e inclusión en sus empresas.

En México no hay mediciones de su importancia aún, pero puede orientarnos la cifra de nuestro país vecino, Estados Unidos, donde las empresas invierten aproximadamente 8 mil millones de dólares anualmente para implementar políticas y programas de DEI.

Los beneficios principales para aquellas empresas que implementan programas y políticas de DEI son, como mencionado, mayor rentabilidad, pero también la creación de un ecosistema más favorable para la innovación, mejor conexión con colaboradores y clientes, mayor identificación con los valores de la empresa y una retención de talento cinco veces superior al promedio.

Algunas acciones que han dado resultados a algunos corporativos son, por ejemplo, implementar herramientas de software o procesos imparciales que eliminen el sesgo en los procesos de contratación; impulsar programas de capacitación en torno al uso de un lenguaje inclusivo; garantizar que los directivos comuniquen una postura clara a favor de la DEI; alentar y desarrollar capacidades y talentos que desarrollen las fortalezas únicas de las personas; promover esquemas flexibles de trabajo que aboguen por la "inclusión consciente" de diversas necesidades del equipo, entre muchas otras.

No es suficiente la representatividad ni los comités de DEI. Necesitamos sentir y percibir la igualdad y equidad de oportunidades de manera auténtica en nuestros lugares de trabajo. Por ende, las industrias deben fomentar un sentido de comunidad y pertenencia que, sin duda, no solo incrementará su rentabilidad, sino que mejorará la calidad de vida y, por qué no, el futuro del país.

POR ITZIAR GÓMEZ JIMÉNEZ 
DIRECTORA DE PLAMAS COMUNICACIÓN

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