Apenas el viernes conversábamos con un aspirante al gobierno de Durango sobre el grave aumento de suicidios en la entidad del alacrán. Él puso en la mesa el tema al preguntarle qué otros problemas preocupan en el estado, además de la inseguridad.
Dos días después, la diputada federal Celeste Sánchez Romero, del PT, apareció muerta en su casa de Durango.
La Fiscalía ya descartó que la legisladora, de 32 años, haya sido asesinada y con la reserva del caso, todo apunta, según las investigaciones, a que se trata de un suicidio. La policía encontró una carta, que ella habría escrito minutos antes de perder la vida, así como una jeringa y medicamento que se habría inyectado y provocado una broncoaspiración.
Al tratarse de una diputada federal el fenómeno se visibiliza y confirma lo que nos dijo el aspirante a gobernador.
La tasa de suicidios debería obligar a la Secretaría de Salud federal y estatal a tomar cartas en el asunto cuanto antes, fíjense por qué:
El año 2019, antes de la pandemia, Durango, gobernado por José Rosas Aispuro, cerró con 153 suicidios, de acuerdo con datos oficiales. En 2020, año de la pandemia y encierro, el fenómeno mostró una reducción al situarse en 131 casos. Sin embargo, en 2021 subió a 170 suicidios.
Pero el peor momento en Durango, como en todo el país de esa otra pandemia, la de quienes atentan contra su vida, lo está viviendo en lo que va del año: suman ya 28 los suicidios registrados tan solo en esa entidad, lo que representa que se han registrado 1.2 casos por día, durante los primeros 53 días del presente año. Es decir, a ese ritmo, si no se frenan, se estará cerrando 2022 con 374 casos.
Desafortunadamente Durango no es la única entidad que experimenta un incremento de suicidios en el país. La salud mental se volvió un grave problema y todo indica que pudiera ser el COVID el principal responsable, asociado con una nula estrategia para atender el daño. Aunque Durango mostró una reducción de suicidios en 2020, año del COVID, fue el lapso con más suicidios en una década, en México.
Yucatán, gobernada por Mauricio Vila Dosal, no tiene precedente en suicidios, es inédito lo que sucede: 2021 cerró con 300 casos. Campeche, de Layda Sansores, también registró en 2021 su segundo año con más casos: 106.
Deberían Jorge Alcocer y Hugo López-Gatell convocar a analizar lo que pasa también en Chihuahua, de Maru Campos, y Aguascalientes, de Martín Orozco, ubicados en primero y segundo lugar, respectivamente, así como en el resto del país, y asumir políticas públicas cuánto antes. No hay nada que festejar, las pandemias no han terminado. Empiezan a agravarse otras.
Uppercut: AMLO visita Colima, entidad bajo fuego, donde se han suspendido todo tipo de actividades durante días, por los enfrentamientos entre grupos criminales.
POR ALEJANDRO SÁNCHEZ
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