“Mientras más mentiras des contra Morena, mejor te va”, se ve recomendar al publicista Carlos Alazraki a Roberto Madrazo, ex candidato del PRI a la presidencia y una de las figuras principales que hoy financia la plataforma Latinus. Y viéndolo ahí, por una vez, el velo de la hipocresía caía para confirmar lo que millones saben desde hace años: existe una maquinaria cuyo propósito es el de destruir a base de difamaciones un proyecto político.
La guerra de comunicación contra el gobierno de López Obrador ha estado activa desde que arrancó, pero en las últimas semanas recuerda los momentos más críticos que lo han acompañado en toda su carrera política: el desafuero, los video escándalos, el “peligro para México”. Las construcciones de aquellos momentos no sobrevivieron el contraste con la realidad, lo que sí sobrevivió es la lección de que aquel bombardeo volvería con fuerza tarde o temprano. Hoy regresa, justo frente a uno de los momentos de mayor definición para el futuro de México: la reforma eléctrica. También lo hace de cara a una revocación de mandato que la oposición no logró esquivar.
En medio de esta guerra, el presidente solicitó al INAI que se transparenten los ingresos del comunicador Carlos Loret de Mola, bajo argumentos que atañen al interés público: el uso de concesiones del Estado y de recursos públicos como los que soportan financieramente a Latinus a través del padrinazgo de ex gobernadores y figuras políticas de oposición. Hacer transparente esa información derivaría en el entendimiento de que esta es una plataforma de comunicación más bien política que de orden periodístico. Toda otra historia de la que Loret, es sólo ejemplo.
El tema se convirtió en polémica, en función de una lógica de simulación cuyo velo, poco a poco, como con la confesión de Alazraki, se ha ido cayendo. Y la mayor fuente de enojo, es la necedad del presidente de remover el velo de esa simulación sin dejar títere con cabeza al recordar quien es quien, con información que nadie puede desmentir: Un INAI que reserva información de grupos de interés, una COFECE y un IFT que promueven monopolios, un INE que bloquea la democracia y silencia a una de las partes. También lo hace con lobistas corporativos que se presumen ambientalistas, conservadores que se venden como feministas y, lo hace hoy, con comunicadores que abanderan una libertad de expresión cuya esencia han violado sistemáticamente, en complicidad con grupos de poder políticos y económicos corruptos.
Todo un sistema de simulación en crisis. Pero lo que se ha buscado omitir en este debate, es el hecho de que el clamor por romper con ese sistema no es del presidente. Lo que él ha hecho es llevar a tribuna la desesperada solicitud de los millones que lo elegimos. Somos esos los que queremos una verdadera transparencia y nuestro efectivo derecho a la información.
POR AZUL ALZAGA
PERIODISTA
@AZULALZAGA
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