COLUMNA INVITADA

Cartas de amor, las palabras de la pasión

Manuel M. Flores y su obra dedicada a Rosario muestra por qué es el poeta más notable en el género erótico

OPINIÓN

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Rubén Martínez Cisneros / Colaborador / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Aquel enlace de amor que representaron las cartas, esperadas con pasión por los enamorados, leerse con deseo, guardadas en un lugar secreto, vueltas a leer con el mismo afán en repetidas ocasiones, como un recuerdo a la amada o al amado.

Prueba de lo anterior es el libro Manuel M. Flores, Cartas a Rosario de la Peña, bajo el sello de Factoría Ediciones, con un estudio de Marco Antonio Campos y Mariana Mendía.

El poeta Manuel María Flores, quien conquistara los amores de Rosario de la Peña, nació en San Andrés Chalchicomula (Ciudad Serdán) en 1840. La conoció en la casa de su prima Manuela Bablot, el 25 de agosto de 1874, un día después le escribe: “Yo no sé lo que será de mí; sólo sé que no me pertenezco, que he abdicado de mí mismo, que tú, Rosario, la mujer de mi destino, tienes la responsabilidad de mi suerte… Tú puedes hacer de ella lo que quieras… Pero, ¡ten piedad de mi Rosario!”.

Con fecha del 3 de septiembre de 1874, le escribe: “Que tu carta, Rosario, sea un beso de fuego para mi pensamiento, un baño de caricias para mi alma… Que sienta yo algo como tus labios bajo los míos cuando la lea”.

De la Peña, lee la carta fechada el 11 de noviembre de 1874. “Junto a ti tengo no sé qué atonía, no se qué aturdimiento… Después, aún a costa de mi vida, quisiera comprar un instante en que pudiera entibiar tus pies con mis besos”.

El poeta Juan de Dios Peza escribió acerca de su amigo  Flores: “… es, entre los poetas mexicanos, el más notable en el género erótico”. En su poesía Delirio, se lee: “Necesito decirte que te adoro y estrecharte a mi seno palpitante, y sentirme morir en el instante. Que a tus labios, mis labios puedan unir, gozar quiero un momento tus caricias, y embriagada de amor darte mi vida…”.

Acerca de Rosario, José Emilio Pacheco dice que tenía un encanto fatal, de la que por cierto el poeta Manuel Acuña estaba enamorado y se suicida por ella, el 6 de diciembre de 1873 con cianuro, en la Escuela de Medicina y a quien dedicó su poema Nocturno a Rosario: “¡Pues bien!, yo necesito decirte que te adoro, decirte que te quiero con todo el corazón…”.

Más aún, Marco Antonio Campos, agrega, que el militar Juan Espinosa y Gorostiza, prometido de Rosario de la Peña, por un malentendido tuvo un duelo con su compañero de armas Julio Arancivia, en el que perdió la vida el primero.

“Por cierto, Espinoza y Gorostiza y Flores fueron los únicos hombres a quien Rosario de verdad amó”, afirma Marco Antonio Campos.

Los ojos de la amada, sé posan en la carta fechada el 16 de febrero de 1875 y lee: “Rosario, por lo que más amas… ¡no dudes de mí! Cuando no te ame, será porque ya no viva…”.

El autor de Pasionarias, Manuel María Flores, murió en mayo de 1885 aquejado por la sífilis, asistido por De la Peña en su lecho.

POR RUBÉN MARTÍNEZ CISNEROS
COLABORADOR

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