Siempre puede uno desilusionarse más si las autoridades insisten en caer. El presidente de México prefiere soslayar unos delitos (y me refiero, en principio, a tres: plagio, fraude y corrupción) que darle la razón a Guillermo Sheridan, solo porque no lo soporta. Las vísceras de las que hablaba en mi contribución pasada vuelven a gobernar a López Obrador. Así, descaradamente, lo dijo en la mañanera de este viernes: “prefiero equivocarme con lo de la ministra, a darle la razón a gente como Sheridan”.
Ya no sé cómo decirlo; opto por señalar que es verdaderamente lamentable que López Obrador haga de este terrible asunto —siendo que involucra a una de las ministras de la SCJN— algo personal. Aquí lo que debiera importar son los hechos, los principios y las leyes, especialmente dado que tanto AMLO como, por cierto también Yasmín Esquivel, juraron defender la Constitución y todas las leyes que de ella emanen.
Sin embargo, sabemos su actuar, su pensar, su sentir: “al diablo las instituciones” y “no me vengan con que la ley es la ley”; un ninguneo absoluto hacia todo lo que ponga límites a sus deseos, el cual se convierte en odio cuando se trata del INE.
¿Y por qué hablo del Instituto Electoral? Porque siguiendo el “modo Esquivel”, esto es, no cumpliendo con el mínimo de requisitos para el puesto, ahora la CNDH propone a dos personas para formar parte del comité técnico que avalará los perfiles que proponga la autoridad para sustituir a Lorenzo Córdova, Ciro Murayama, José Roberto Ruiz Saldaña y Adriana Margarita Favela Herrera, quienes concluyen sus funciones como consejeros del INE en abril de 2023. Una de las propuestas ni la risa perdona. Al revés, de acuerdo a su currículo la genera…
La batalla por el control del INE —lo que quede del órgano de aquí a junio de 2024– ya empezó. López Obrador y sus fieles discípulos, que incluyen a la cabeza de la CNDH, Rosario Piedra, harán todo para que los cuatro nuevos consejeros del INE sean totalmente pro Morena y pro la 4T (precisamente lo opuesto a la autonomía e imparcialidad que los debe caracterizar).
Sí, la presidenta de la Comisión Nacional de Derechos Humanos ha olvidado actuar como garante de los derechos de la ciudadanía (entre ellos todos los de corte electoral). Obsequiosa ad nauseam —o hasta la risa— pasó por encima de su consejo consultivo y presentó ya a los dos candidatos para conformar el comité técnico antes mencionado. Mostrando que la imparcialidad es cosa del pasado, Piedra propuso al Dr. en Ciencias Políticas Ernesto Isunza Vera, investigador universitario, quien ha mostrado una fuerte deferencia —apoyo total— hacia López Obrador y la Cuarta Transformación y una posición abiertamente contraria a la existencia del INE. La otra candidata ni siquiera cuenta con preparación en la materia: María del Socorro Puga Luévano, jubilada de 52 años, ama de casa con licenciatura trunca en comunicación. Eso sí, certificada en “yoga de la risa” (solo que sea para hacernos reír ante las violaciones que permitirá). Pero lo principal: militante de Morena y candidata en 2014 a regidora de San Nicolás, Nuevo León.
¿De qué se trata todo esto? ¿De seleccionar a los peores perfiles, siempre y cuando sean del agrado del presidente López Obrador y bailen al son que les pongan en Palacio? ¿O de que en el proceso de conformación del mencionado comité se tenga que descalificar a estas propuestas y que ante las siguientes, al no ser tan malas, se opte por “agradecer” la deferencia de Rosario Piedra?
No, mismo con un buen yoga de la risa el INE no tiene ninguna razón para sonreír. Tampoco todos los que creemos en la democracia, en la organización de comicios limpios, claros, justos, objetivos. Todo este proceso está esbozando una terrible perspectiva: el INE plenamente capturado por las ideologías, algo peor que la puesta en marcha del “Plan B” electoral del primer mandatario.
Piedra, como presidenta de la CNDH, ha destruido toda imparcialidad y utilidad de dicho órgano constitucional, ahora también sirviendo de “piedra” lanzada en contra del INE. Ella y diversos funcionarios públicos que conforman la Cuarta Transformación han olvidado que se deben a todos los mexicanos y no solo a López Obrador. Han elegido servir al macuspano y olvidar a México.
POR VERÓNICA MALO GUZMÁN
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MBL