Cuerpo y Alma

Como te ves, ¿te tratas?

Si miramos con gafas de género, es evidente que el costo en salud física y mental para las mujeres que no coinciden con el prototipo de imagen aceptada socialmente es muy alto

Como te ves, ¿te tratas?
María Elena Esparza Guevara / Cuerpo y Alma / Opinión El Heraldo de México Foto: Especial

La violencia estética existe y las mujeres somos sus principales víctimas.

En uno de mis libros favoritos, Umberto Eco repasa cómo ha evolucionado la convención de lo bello ilustrado a través del arte, pero referido desde la filosofía, la psicología y hasta la política. Por las páginas de “Historia de la belleza” hay una invitación a asumir que no es más que un acuerdo subjetivo mayoritario el que determina los mandatos.

Si miramos con gafas de género, es evidente que el costo en salud física y mental para las mujeres que no coinciden con el prototipo de imagen aceptada socialmente es muy alto. Por no cumplir con su mandato de belleza —uno de los más fuertes para las mujeres en el sistema patriarcal— padecen burlas, bromas hirientes y discriminación permanente que minan su autoestima y autoconcepto; incluso pueden orillarlas a trastornos alimenticios o de personalidad.

Hay que decirlo claramente: la violencia estética es estructural y a nivel macro la ejerce la sociedad en su conjunto a través de los millones de mensajes que reafirman la exclusión de quienes se ven diferente al modelo “ideal”, que se resume en: blanco, joven y delgado.

Si bien la padecen ambos sexos —porque hay estereotipos de belleza para hombres y para mujeres—, organizaciones como Unicef y ONU Mujeres han alertado sobre el impacto mayoritario de este tipo de agresiones sobre el sexo femenino. De hecho, en un estudio de 2019, Unicef encontró que la apariencia física es la principal causa de acoso escolar para las niñas.

Nos afecta en todos los espacios y desde temprana edad. Hay cuatro variables básicas que la detonan: racismo, sexismo, gerontofobia y gordofobia. Observa las telenovelas o películas y notarás cómo la niña gordita suele ser la chistosa, la torpe o de quien los demás niños se burlan. 

Hoy, las redes sociales son un ejemplo perfecto de cómo opera la violencia estética en la batalla por los likes y las apariencias. En lo laboral: ¿quién no ha visto los anuncios de vacantes para posiciones que piden “excelente presentación”? Atribuyen a ese criterio 100% subjetivo un valor objetivo que cuenta como variable válida en el reclutamiento.

Aunque suene iluso, un mundo en el que no juzguemos por las apariencias y asumamos que todas y todos merecemos respeto es posible. Empieza contigo frente al espejo para reconciliarte con tu cuerpo físico, esté o no cerca del modelo impuesto, y verás todo lo que puede cambiar.

POR MARÍA ELENA ESPARZA GUEVARA
 @MAELENAESPARZA
CABEZA: DE MIEDO

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