PASIÓN POR CORRER

Ser mujer en México: Correr o morir

Y es que la realidad de las mujeres mexicanas sigue siendo la de una violencia real y descarnada, más allá de las cifras oficiales

OPINIÓN

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Rossana Ayala / Pasión por Correr / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

De acuerdo con la organización civil Run México, en nuestro país existen, en cifras de 2020, más de un millón de corredores, de los cuales 450 mil son mujeres y el resto son hombres. Las mujeres mexicanas corren principalmente por motivos de salud y también por pertenecer o integrarse a los grupos y comunidades de corredores que representan un medio de convivencia sana y segura para ellas.

Pero, lamentablemente, además de esas razones, también hay otras causas por las que las mujeres mexicanas corren: para ponerse a salvo y escapar de maltrato físico, abusos o violaciones sexuales, secuestros con fines de trata y, la más dura y dolorosa, para salvar su vida y escapar de un feminicidio. La cifra de 11 mujeres asesinadas diariamente en este país volvió a resonar fuerte el pasado viernes 25 de noviembre, cuando se conmemoró en México y en todo el mundo el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, fecha instituída por la ONU para recordar el asesinato de las hermanas Mirabal, en Santo Domingo, y exigir el fin de todas las formas de violencia en contra de las mujeres.

Ese día miles de mujeres mexicanas salieron a las calles, avenidas y plazas en toda la República para exigir un alto a los feminicidios, las violaciones, los abusos y discriminaciones de todo tipo que seguimos padeciendo niñas, adolescentes y mujeres en este país. Los gritos y las consignas son las mismas que a fuerza de repetirlas y gritarlas se han vuelto casi un mantra, una oración que, desesperadas y al mismo tiempo enojadas, repetimos todas en espera de una respuesta real de las autoridades que no llega: “Ni una menos, vivas nos queremos”, “No, es No; qué parte no entendiste, la N o la O”, “Señor, señora, no sea indiferente, se mata a las mujeres, delante de la gente” “No violencia, no violencia”, “No nací mujer para morir por serlo”.

Y es que la realidad de las mujeres mexicanas sigue siendo la de una violencia real y descarnada, más allá de las cifras oficiales. Jovencitas que se suben a un taxi y luego tienen que tirarse del auto en movimiento, porque intentan secuestrarlas, adolescentes que van a una fiesta y desaparecen o son abusadas, porque tomaron alcohol o alguna droga voluntaria o involuntariamente; niñas y jovenes que son secuestradas para meterlas a redes de trata y prostitución; mujeres madres que son asesinadas por sus parejas aún cuando pidieron ayuda al gobierno, porque sufrían maltrato.

Cuando hablamos de mujeres que corren para salvar su vida y su integridad en este país no estamos exagerando. En redes sociales y en internet se pueden encontrar fácilmente videos en los que se ve a jovencitas escapar de un intento de secuestro o levantones en autos que las interceptan cuando van caminando por la calle y las someten por la fuerza para llevárselas, ya sea con fines de abuso sexual, trata de personas o, incluso, cosas peores como el tráfico de órganos. Una simple frase de “mujer joven escapa de un secuestro corriendo”, arroja de inmediato varios resultados: “una adolescente en San Luis Potosí, que escapó de un intento de secuestro cuando caminaba a plena luz del día por una banqueta de la Colonia Satélite, frente a las instalaciones del Cobach 25”. En el video grabado por cámaras de seguridad se ve a un auto que va siguiendo a la joven mujer de escasos 17 años, y se detiene unos metros antes de donde ella va a pasar. Cuando la chica, que camina confiada, ve a dos hombres que salen de él e intentan atraparla, pero ella alcanza a ver sus intenciones y corre despavorida. Gracias a su carrera se salva, mientras los sujetos vuelven a subir al auto y se van, seguro en busca de otra víctima.

Otro video similar fue noticia en la ciudad de Puebla, el pasado 25 de julio de este año. En el video, también de cámaras de seguridad, se ve a una joven corriendo de noche sobre la calle 5 de febrero, en San Felipe Hueyotlipan, Puebla. La joven pasa corriendo a toda velocidad frente a las cámaras en las calles desoladas y detrás de ella aparecen dos sujetos que intentan darle alcance en un auto que la venía siguiendo desde varias cuadras atrás. Gracias a su carrera, la joven mujer, que no pasa de 20 años, se salva de un intento de secuestro o levantón; los hombres que intentaban llevársela desisten cuando ven que ella logra escapar en su huída salvadora.

Y así se pueden encontrar infinidad de historias a lo largo y ancho de la República; mujeres, niñas, adolescentes que son acosadas, secuestradas, raptadas en plena vía pública y luego no se sabe de ellas. Las que se logran salvar es la mayoría de las veces gracias a que corrieron, literalmente, por su vida, casi nunca, porque alguna persona y menos una autoridad policiaca las ayudó o las rescató de las garras de los criminales.

Para concluir esta columna sobre “correr o morir” y el peligro de ser mujer en México, quiero referirme a una carrera muy peculiar que se corrió el pasado 25 de noviembre, en la ciudad de Altamira, Tamaulipas. Mujeres de esa localidad, a través del DIF municipal, organizaron una carrera de poco más de un kilómetro en la que participaron hombres que calzaban zapatillas femeninas de tacones. 

La idea era visibilizar y sensibilizar la lucha de las mujeres por la equidad y por una vida libre de violencia y los hombres, en su mayoría jóvenes, aceptaron ponerse los tacones de sus esposas, hermanas, madres o novias para correr con ellos por las calles de Altamira. El resultado fue de lo más interesante y al final, la historia del ganador del primer lugar confirma que la violencia sigue matando mujeres en este país. 

POR ROSSANA AYALA
AYALA.ROSS@GMAIL.COM
@AYALAROSS1

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